Con Judas Priest poniéndose la 10, pasó el Masters of Rock por Argentina
Este sábado se vivió un festival histórico en Tecnópolis, que quedará marcado en la memoria de la comunidad metalera local
La jornada de ayer en Tecnópolis fue gloriosa. Además de tener una grilla con varios pesos pesados, percibimos otra demostración de que el Hard Rock y el Heavy Metal son fenómenos culturales que trascienden modas y generaciones. Esta edición convocó a más de 30 mil almas, las cuales vibraron ante los verdaderos clásicos y hitazos que iba entregando cada uno de los protagonistas del evento, divididos en dos escenarios. Cuando decimos «pesos pesados» no exageramos: además de algunos talentos locales, el plato fuerte del cartel eran los suecos Opeth y Europe, los norteamericanos Queensrÿche y Savatage, los alemanes Scorpions, y las leyendas británicas Judas Priest. ¡Un verdadero Masters of Rock!

El Metal nacional también dijo presente
Las bandas locales abrieron fuego desde bien temprano. Fue en un horario al que los argentinos estamos poco acostumbrados: la una de la tarde. Si bien solo se les permitieron 20 minutos por número, se pudo observar que el semillero nacional sigue latiendo: Renzo Leali, La Carga, y Tandem lo dejaron demostrado. Con la puntualidad de un reloj suizo, a las dos en punto los Against ya estaban revoleando sus largas melenas en el escenario 1. El público ya era bastante numeroso, y se vio un gran número acompañando sus canciones. Minutos después los ex Rata Blanca de Entre el Cielo y el Infierno dieron un set corto pero contundente, de cinco temas, donde reparasaron tres clásicos de aquel mítico álbum, y presentaron dos temas nuevos. Terminaron de tocar «Bajo Control» ante la algarabía de los presentes.
Inmediatamente del otro lado Horcas ya arrancaba su show con «Ciego para Ver». Sin dudas, hoy por hoy son una de las bandas más grandes de la Argentina. Esto se vio demostrado en la entrega total del público hacia los liderados por el carismático Walter Meza. Acto seguido llegó el turno de On/Off, un duo desconocido por la mayoría, pero que dio un espectáculo totalmente diferente. Acá la destreza y la virtuosidad desplegada dejaron sin aliento a más de uno. Prestén atención a este proyecto porque realmente lo vale.



La hora de los «pesos pesados»
Opeth
Siendo ya las tres y media pasada, se hacían presente en el escenario 1 los reyes del Death Metal Progresivo. Opeth entregó un set poderoso bajo un sol verdaderamente acosador. Su vocalista Michael, un gran personaje, no lo dejó pasar. Apenas finalizado «Master´s Apprentices», nos indicó que íbamos a ir «presenciando la transformación de sus rostros blancos, a caras de rojas como tomates, durante el transcurso de ese show» gracias al astro padre que les daba bien de frente. También se jactó de lo deprimente que era para ellos, que hacen esta música tan oscura, tocar ante ese sol tan acusiante.
Brindaron un show técnicamente impecable, que fue intercalando entre temás de sus mejores épocas, y los comentarios ácidos y divertidos de «Miguelito» (como le dicen cariñosamente en esta region del mundo). Aplauso aparte para el bajista uruguayo Martín Mendez, un verdadero extraterrestre, que fue ovacionado por el público: «¡U-ru-guayo! ¡U-ru-guayo!». Su show fue algo corto, pero esta tarde tendrán uno más extenso en Teatro Gran Rivadavia.

Queensrÿche
Mientras los suecos se despedían, instantaneamente del otro lado comenzaban a sonar los primeros acordes de «Queen of the Reich». Queensrÿche es sin dudas una sociedad musical con varias décadas de trabajo encima, muy afianzada, y con el plus de una voz tan demoníaca como angelical del gran Tod Latorre, quien desde 2012 viene haciendo olvidar a los más fanáticos de su vocalista original, Geoff Tate.

La banda liderada por los experimentados Eddie Jackson y Michael Wilton entregó un set digno para alquilar balcones, que se cerró de manera magistral con tres hitazos al hilo: «Silent Lucidy», «Empire» y «Eyes of a Stranger». Una gran banda que dio una verdadera cátedra de profesionalismo y fidelidad a su legado.

Savatage
Ya comenzando a oscurecer, la ansiedad se comenzaba a respirar en Tecnópolis, ante el regreso después de varios años de los emblemáticos Savatage. Aunque faltaba su figura clave, Jon Oliva, dieron un espectáculo a la altura de lo que la historia les demanda. Nos entregaron uno de los momentos más emotivos de este Masters of Rock, cuando casi hacia el final emitieron en pantalla gigante un video filmado por el mismo fundador, cantando «Believe», y al que se sumó la banda de manera magistral, por momento cantando a duo con el gran Zack Stevens. Parecía que el querido Jon estaba ahí mismo. Recordemos que éste no pudo estar presente en la gira por problemas de salud varios.

La primera etapa estuvo dedicada a los temas de su discografía de fines de los 90’s. Mientras que el cierre fue para los clásicos de los 80’s: «Gutter Ballet», «Edge of Thorns», «Power of the Night» y el inoxidable «Hall of the Mountain King». Si bien Zack es un cantante muy virtuoso, su capacidad vocal es bastante diferente a la de Jon. Pero hizo un gran esfuerzo, logrando por momentos imitar esos agudos demenciales que solo al gran maestro le salen de manera natural. A la formación completada por los históricos Johnny Lee Middleton, Christopher Caffery, Al Pitrelli y Jeff Plate, se sumaron dos virtuosos tecladistas que ocuparon dignamente el lugar del líder. Se fueron ovacionados, y se los vio claramente emocionados por la devolución de la parcialidad.

Europe
Con la noche ya encima, los suecos Europe subieron al escenario para demostrar que los himnos de FM también tienen lugar en la hermandad metalera. Con un show sólido y vibrante, demostraron que hits como «Rock the Night», «Carrie» o «The Final Countdown» siguen siendo potentes y emocionantes. Lo suficientes como para acelerar al corazón del público en vivo y en directo. Digna de destacar la energía y la entrega del carismático Joey Tempest hacia el público. El tipo canta y se desenvuelve como un pibe de 20 años. Por momentos se cruzaba de un escenario al otro, para que nadie se quede sin verlo de cerca, y cantarles a todos cara a cara.
Se vio claramente que es una banda de iluminados musicales, que se conocen de memoria. Recordemos que si bien el eximio guitarrista John Norum es el otro socio fundador desde fines de la década del ’70, el resto de los integrantes viene siendo parte de la agrupación desde hace más de 40 años. El eficiente bajista John Leven ingresó en 1982, mientras que el experimentado tecladista Mic Michaeli y el habilidoso baterista Ian Haugland vienen haciendo lo propio desde 1984. En síntesis, una super banda de amigos super virtuosos que se conocen de casi toda la vida, nada puede salir mal.

Judas Priest
La subida de los sacerdotes estaba pactada para las 20:05 horas. Pero los nervios y la ansiedad comenzaron a crecer cuando ya había pasado media hora de lo prometido y no había señales de nada. Apenas parecían empezar a armar la escenografia. De pronto apareció en el escenario 2 el vocero de la productora AKE Music, junto al manager de Scorpions, para dar una mala noticia y una buena. La mala: por una faringitis grave de Klaus Maine, los alemanes debían bajarse del cartel (el lamento fue notorio). La buena: Judas Priest iba a extender su show para intentar reparar el inesperado problema (la ovación fue tal que casi explota Tecnópolis).
De esta manera, en unos minutos, y como en ocasiones anteriores con la introducción de «Paranoid», de Black Sabbath, saltaba al escenario Judas Priest con el tema «Panic Attack». La reacción del público fue demencial, con una marea humana casi quebrando la valla de contención. Conectar esto con «You’ve Got Another Thing Comin» no hizo más que echar nafta al fuego. Así comenzaron a verse las primeras víctimas de este Masters of Rock, que pedían a los seguridad ser rescatadas de la locura que genera la banda en cientos de almas, pasando del otro lado del vallado, para salir por un costado.

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Fue un set list impecable. Sonaron verdaderas gemas musicales hartamente interpretadas, pero siempre efectivas, como «Breaking the Law», «Painkiller» o «Metal Gods» o muy poco ejecutadas como «Saints in Hell», «Love Bits» o «Diamonds and Rust», igualmente celebradas. Podemos afirmar que con sus 72 años a cuestas, Rob Halford encabezó una verdadera misa de cuero, tachas y agudos imposibles, demostrando que la pasión y la entrega siguen intactas a pesar de ser un hombre que ya pertenece cómodamente a la tercera edad. Dijo sentir un profundo amor por nuestro país, dedicando un sentido homenaje al recientemente fallecido Papa Francisco, al colocar una imagen del Sumo Pontífice junto al astro argentino Lionel Messi. Luego llegó el cierre arrollador, con el Metal God montado a su Harley Davidson, y el himno de la banda «Living After Midnight» terminando de encender fuego a los miles de presentes.

El Metal nunca muere
Es importante remarcar que esta edición 2025 del Masters of Rock no solo fue un éxito de convocatoria y organización. Fue también una demostración de que el Hard Rock y el Heavy Metal gozan de excelente salud, al menos en la Argentina. Es que no se trata solo de música: más bien se trata de una comunidad, un ritual, una resistencia cultural que se niega a fenecer. No por nada vimos personas de las más variadas franjas etarias, desde adolescentes descubriendo un mundo nuevo fuera del internet, hasta gente entrada en años, disfrutando con sus nietos.
Más allá del paso del tiempo, de lo fugaz de la vida, de la existencia humana, de que nuestros referentes son ya personas ancianas, o de las crisis económicas, la poca difusión o los cambios en los modos de consumo, el espíritu sigue intacto: el Heavy Metal es, como reza una de las frases mas repetidas y recurrentes, «un sentimiento que no morirá jamás».
Crónica: Agustin Di Mauro
Fotografías: Facundo Rodriguez (Shots.By.Far)
