Timo Tolkki brindó un show épico y emotivo en Argentina
El maestro del Power Metal volvió a pisar nuestro país luego de una larga espera
El 6 de septiembre de 2025 quedó marcado en la agenda del Metal como día especial: Timo Tolkki, guitarrista y compositor fundamental de la historia del Power Metal, regresaba a Buenos Aires pasados tres años de reconciliarse con sus seguidores. Lo hizo en el flamante Liverpool Bar, un espacio que se estrenó con nota sobresaliente, y que promete ser un nuevo templo para el género.
La fecha era especial no solo por la talla del invitado, sino también por el contexto. Tras la desorganización polémica de la productora anterior, Heresy Metal Media decidió levantar la posta y garantizar que esta vez todo funcionara con profesionalismo. Y vaya si lo lograron. El resultado fue un recital vibrante, cargado de emoción, ejecutado con sonido impecable, y sobre todo, con la predisposición del propio maestro de las seis cuerdas, que dejó claro que no estaba dispuesto a fallarle a su público argentino.

Trueno Negro
A las 19:30 abrió la jornada Trueno Negro, banda oriunda de Comodoro Rivadavia. Tuvieron la responsabilidad de calentar un recinto todavía con asistencia escasa. Los sureños apostaron a un Heavy Metal clásico, de riffs filosos y bajo al frente. De hecho, fue el bajista quien más energía transmitió al público, moviéndose de punta a punta del escenario. Con seis discos editados en su haber, la banda tuvo una muy buena recepción por parte de quienes llegamos temprano al evento.
El único punto en contra fue el sonido. Durante los dos primeros temas las guitarras quedaron demasiado atrás en la mezcla, algo que opacaba los arreglos melódicos. Recién hacia la mitad del tercer tema se acomodó la ecualización y la banda pudo sonar con toda su potencia. A pesar de ese arranque accidentado, dejaron una buena impresión y cumplieron con creces en su debut porteño, acompañando dignamente una velada histórica para el Power Metal.

Jezabel
Con el telón corriéndose a las 20:20, llegó el turno de Jezabel. Se trata de verdaderos referentes del Heavy/Power argentino, con su inconfundible impronta lírica. Lo suyo fue un despliegue sólido, con un sonido ya pulido desde el arranque. La voz de Leandro, arrolladora y nítida, fue el gran punto alto del set. Impecable en los agudos, contundente en los medios y con una presencia escénica que arrastró a toda la sala. Las guitarras se lucieron con melodías veloces, mientras la base rítmica mantenía la tensión justa entre lo clásico y lo épico.
Su set, que se extendió hasta las 21:05. Fue un puente perfecto hacia lo que vendría, la gente ya estaba encendida, coreando y celebrando, con la sensación de que la noche iba in crescendo. Jezabel dejó claro que sigue siendo uno de los estandartes nacionales del estilo.

Timo Tolkki
A las 21:30, las luces bajaron y el murmullo se transformó en rugido. Timo Tolkki pisaba por fin el escenario del Liverpool Bar. Lo acompañaban los integrantes de Trueno Negro, la misma banda de jóvenes músicos que sonaron ajustados al comienzo. Podemos destacar a un cantante que sorprendió por su capacidad para honrar las líneas originales de Timo Kotipelto, sin caer en la imitación forzada.
Desde el primer acorde de “Hunting High and Low”, la sala explotó. La guitarra de Tolkki sonaba clara, con ese toque melódico que lo convirtió en leyenda durante los años dorados de Stratovarius. El sonido general fue impecable: cristalino, sin saturaciones y con cada instrumento en su lugar. Un mérito tanto de la banda como del encargado de manejar la consola.

El setlist fue un desfile de clásicos que recorrió lo mejor de discos como «Episode«, «Visions«, «Infinite«. Sonaron joyas de la talla de “Black Diamond”, “Paradise”, “Speed of Light”, “Will the Sun Rise?” entre otras. Cada canción era recibida como un himno. El público no solo cantaba, sino que también acompañaba al finés en cada coro.
Lo que terminó de sellar la conexión entre artista y audiencia fueron los gestos de Tolkki. En un pasaje inesperado, invitó a subir al escenario a un muchacho del público para que lo acompañara en la guitarra. Más tarde, una joven muy conocida en el under local —Jennifer, de la banda Soster— se sumó para cantar “Forever Free”, agregando un toque gutural que sorprendió y arrancó ovaciones de toda la sala.


Pero la comunión no quedó ahí. En la balada “Forever», el músico pidió nuevamente el micrófono y abrió el escenario a tres nuevos fans para que hicieran los coros cerca de él. Esto generó un clima íntimo y fraternal, rompiendo cualquier barrera entre ídolo y seguidores.
Más allá de la nostalgia, la ejecución de Tolkki fue un recordatorio de su genio compositivo. Sus solos, melódicos y precisos, se elevaban sobre las bases con naturalidad. No hubo excesos ni autoparodia, cada nota tenía sentido, cada riff pesaba lo justo. Se lo vio sonriente, relajado y disfrutando tanto como el público, lo que contagió una energía extra a sus músicos de apoyo. Pero el clímax llegó con la inevitable “Eagleheart”, que desató una fiesta colectiva de saltos, coros y puños en alto. El cierre con el medley “Forever”/ “Destiny” fue el broche perfecto, emotivo, épico y humano.

Timo Tolkki se despidió con una reverencia bajo una ovación y una incansable lluvia de aplausos. Nadie quería que terminara, pero todos sabían que habían sido parte de una noche única, donde la música y la comunidad se unieron para celebrar que, a pesar de los problemas de salud, el legado del maestro sigue vivo. Sin dudas, su música, sus composiciones y su guitarra siguen emocionando como hace treinta años atrás.
Un punto para destacar es que la escena argentina merece y necesita una organización seria. Leo, de Heresy, volvió a demostrar que cuando se cuidan los detalles, el público responde con gratitud. Desde ya agradecemos eso, además de la acreditación otorgada para cubrir el show. En segundo lugar, el Power Metal sigue convocando multitudes porque, más allá de modas, su energía positiva y su épica nunca pierden vigencia.

Crónica: Gastón Coco (Riff Informativo)
Fotografías: Fernando Díaz (Stansfield Diaz)
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