Crónicas

Disparando blasfemias desde el búnker: Marduk celebró su ópera prima en Argentina

Hablar de Marduk en Latinoamérica implica recordar los ecos de censura y persecución que acompañaron sus giras anteriores. En distintos momentos de su historia, la banda sueca fue señalada por grupos religiosos y sectores conservadores como una amenaza moral. A tal punto, sufrieron cancelaciones de conciertos en varios países, incluida Argentina. También hubieron manifestaciones de colectivos cristianos que exigían su supresión y debates públicos, en torno al supuesto carácter “anticristiano” de sus letras y estética. Contra ese telón, esta visita se gestó sin fanfarria: el cuarteto se plantó con actitud firme bajo el marco de los 35 años de “Panzer Division Marduk”. Pero no se trata sólo de un aniversario: es una declaración de vigencia, y la noche del 1 de noviembre lo demostró. La controversia histórica aporta el contexto, pero lo que importó fue que la banda respondió en el escenario. 

El show dio un vuelco imprevisto cuando, a solo 48 horas del evento, los organizadores anunciaron el cambio de sede: de Uniclub al Centro Cultural Bula (CC Bula), un espacio considerablemente más reducido con capacidad para unas doscientas personas. La modificación transformó la experiencia: el lugar más chico intensificó la atmósfera, volviéndola más cercana y cargada de tensión.

Ritos bajo tierra

A las 20 horas abrió la noche la banda Psicosfera, quien desplegó un set de avant-garde black metal. Su presentación cumplió el rol de preparar el terreno para Marduk quienes alrededor de las 21 horas frente a sala colmada. Antes de que la banda sueca arrancara su descarga, se percibió un detalle operativo: al pie del escenario se colocó una valla de contención que no había sido habitual en otros conciertos del lugar. Esa barrera, posiblemente solicitada por la banda o resultado de experiencias anteriores con público de hardcore/punk que hacían stage diving y ponían en riesgo a participantes y terceros, añadió un elemento de previsión al evento. De ese modo, el ritual comenzó a gestarse en un ámbito que anunciaba intensidad controlada.

Al inicio del show, la banda arrancó fuerte en la ejecución del álbum *Panzer Division Marduk* en su integridad, sin concesiones: temas como “Panzer Division Marduk”, “Baptism by Fire”, “Christraping Black Metal”, “Scorched Earth”, “Beast of Prey”, “Blooddawn”, “502” y “Fistfucking God’s Planet” formaron la columna central de la noche. 

Después de los dos primeros temas, la banda se retiró momentáneamente del escenario. Unos cinco minutos de interrupción técnica para corregir controles y balance sonoro. Al volver, la artillería recuperó su ferocidad característica. El ataque sónico filoso y contundente que identifica a Marduk resurgió con toda su brutalidad sobre el público.

Además del álbum íntegro, la banda retomó clásicos de otras etapas: “Those of the Unlight”, “With Satan and Victorious Weapons”, “Slay the Nazarene” y “The Black Tormentor of Satan” resonaron con igual intensidad. El público respondió con pogos y cánticos, transformando el mini-recinto en una cámara de guerra sonora.

El show concluyó con los himnos “The Blond Beast” y “Wolves”, una combinación que selló la jornada bajo una euforia oscura y compartida. El detalle de la valla de contención, la pausa técnica inicial, el cambio de sede, todo formó parte de un concierto que no se dejó definir por el tamaño del recinto, sino por la entrega. En el contexto argentino, la noche reclamó su lugar, una vez más Marduk demostró que su propuesta no depende de grandes estadios o aparatosas producciones. 

Las polémicas ideológicas y los episodios de censura pasaron a un costado cuando el público recibió la brutalidad con total entrega. El disco completo más una selección de cortes emblemáticos configuraron un equilibrio entre homenaje y declaración de principios: homenajear las tres décadas y media de carrera, reafirmar la esencia más salvaje del black metal. Cuando terminó el set, los músicos descendieron rápidamente del escenario y se escabulleron entre la multitud rumbo a la salida. La impresión que dejaron fue clara: Marduk, con casi cuatro décadas encima, continúa encarnando lo más genuino del género: sin negociaciones, sin domesticar su naturaleza.. 

Crónica: Gastón Coco
Fotografías: Facundo Rodriguez (Shots By Far)

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Gastón Coco

Gastón Coco

Melómano y fanático del heavy metal en todas sus variantes. Escucho discos todo el día e ir a recitales es mi ritual.

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