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Pogo al corazón: Asspera sacudió al Teatro Flores

El ritual del pueblo volvió al templo metalero de Flores

El sábado pasado el Teatro Flores alojó otra velada de metal bizarro. Abriendo las puertas del recinto a las 19 horas, la convocatoria assperiana volvió a dar el presente en otro show espectacular que sabe superarse presentación tras presentación. Llegando desde lejos, colgados de un tren, o bondeando parados de Merlo a Villa Luro, los fanáticos de Asspera colmaron el lugar en tan solo hora y media. Se hacía presente nuevamente esa propuesta de metal popular, de reclamo cotidiano y con clave cómica, bizarra, «anti-mufa».

Desde temprano los espectadores se acercaron al lugar con su entrada y en sus manos un alimento no perecedero: la solidaridad con aquellos que no tienen, en situación de calle o comedores, es algo que siempre está presente en los shows de la banda. Los músicos, conjunto a amigos que se encargaron de reunir los alimentos, salieron a la puerta a recibir a la gente y las donaciones. Demostración de que el movimiento de la banda no es simplemente una bizarreada, sino que detrás hay un entendimiento social que pocos tienen.

Esta nota va dedicada a los que le dan la espalda al pueblo que los eligió, a los que nos robaron a través de los años, y a los que reivindican a Margaret Tatcher. Fueron, son, y serán unos hijos de put*.

Pogueando con huevo, humildad y respeto

El reloj marca las 20.55 y el lugar está a tope. Balcón colmado, campo reventado, y el pueblo assperiano comienza entre aplausos a pedir por la banda. «¡Asspera!¡Asspera!» e «¡Hijo de put*!¡Hijo de p*ta!¡Hijo de p*t*!» se escucha a todo pulmón en el interior del Teatro. El cántico novedoso de la noche fue «Escuchen, corran la bola». Pasadas las 21, ante un insistente «Ya son las nueve la put* que los parió…» comenzó a sonar la introducción del show, con Terro y Buitre sosteniendo un telón que tapaba el telón que tapaba el escenario.

Las cortinas se abren con los primeros acordes de «La Concha de Dio$» y el segundo telón cae al suelo, revelando a los músicos que conforman Asspera ya tocando en escenario: Richar (Rodrigo Santamaría) en voces, Rockardo (Julián Barret) en guitarra, con su hermano 3,14 Jota (Pit Barrett) en bajo y Nicogollo Muñón (Nicolás Polo) en batería. Para completar la formación, El Tumba siempre presente en percusión, Buitre y Terro en coros.

Siguió «El último amigo que me queda». Hablando sobre los insoportables calores que padecemos en el verano (o en agosto, como el día previo a este recital), y los múltiples cortes de luz. Pasando por situaciones más bizarras, ficticias (o no), como citas que terminan en clave marrón y robos entre amigos, todos las letras se cantaban con fuerza como para reventarse un pulmón. El Rubio Salvaje (Leonardo Ibáñez) hace una ovacionada aparición, en su característico vestido rojo, falso busto, peluca rubia y… una máscara de Deadpool. Todo suma, todo está permitido en este espectáculo.

Sin diferencias en esta gran fiesta

La primer pausa se da para el saludo en redes que Buitre hace con Richar.

El clásico «¡Buenas noches assperianos!» puso en alto todas las manos del Teatro Flores. La ovación por la banda es absoluta. A un costado, Terro se preparaba un paquete de rollos de papel, para lo que estaba por venir. Dos clásicos, de los más viejos, aquellos que resaltaron en «Bizarra Actitud de Seguir Con Vida» del 2008. «Gorda Puerca» dió lugar a «Me Cago», y el papel higiénico voló por todos lados. Rockardo cambiaba de instrumento por uno más temático y se encargaba de las voces en este último tema. Siguió «La Poneta», con una breve introducción con unos acordes de Korn.

«El peaje más caro del mundo» dió lugar a «Si ya sé», introduciendo al Dinogarca, otro de los personajes del «legendarium» que compone la banda dentro de su ficticia «Villa la Verga», que supone un reflejo bizarro de la realidad argentina. Mechan el final con «Ji Ji Ji» de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, con la actuación estelar (y temblorosa) del Buitre como el Indio Solari.

Rodrigo toma la palabra una vez más, para agradecer a la gente que se acercó temprano a donar alimentos. «Esto es para los que no tienen nada. Y que mejor ayuda que nosotros, que tenemos y podemos, darles una mano. Si no nos ayudamos entre nosotros, no nos va a ayudar nadie. Se los agradece alguien que sabe lo que es no tener nada». Otra verdad, fuera de la clave del humor, sentida por todos y que logra aquel sentimiento de pertenencia para y con la banda que muchos no entienden: la igualdad, la humildad, el respeto. Otra ovación ganada.

Se nos ríen en la cara

«Tarifazo» dió comienzo a la tercer parte del show. La banda no paraba, el público tampoco. La protesta escrita por Asspera en el 2017, del disco «La Concha de Dio$» sigue vigente, hoy quizás más que nunca, tal vez más que cuando se estrenó. Mechando entre realidades y anécdotas bizarras como «La Puntita» y su moraleja, siempre teniendo como hilo conductor el metal pesado e historias cuyo cualquier parecido con la realidad no son coincidencias, llegamos a «Crónica de una verga anunciada». Con breves menciones a «Alverso» y su gestión, la atención va apuntada a los «sobones de la Tatcher». «Crónica de una verga anunciada / Los 22 en la rosada / Si el anterior mandó cagada / ¿Y este delirio quién lo paga?».

Siguió «Ni la pija te queda hermano», abanderando a todos con el manto de la protesta en clave bizarra y un mensaje más que claro para la política y toda la esfera de poder: al gobierno, diputados, senados y empresarios, que se vayan a cagar.

Asspera

Moralejas y letras complejas

Como mencioné antes, estos mensajes se intercalan con humor y pogo, y así llegó la lista al primer «anti-cover» de Asspera. «Ayúdenme con este que la letra es muy compleja» dijo Richar. La intro: la batería de «The Beautiful People» de Marilyn Manson. ¿El cover? «Don» de Miranda. Si hay algo mejor que ver toda la amalgama de metaleros, fanáticos de Malón, Almafuerte, Metallica, Megadeth y cualquier antagonismo posible ocurrente, unidos en un solo pogo, es verlos cantar «Don» en conjunto. El cover se mecha con el solo de «Walk» de Pantera («¡Es la guitarra de Darrell!») y cierra para que «Cada vez más pelotud*s» entre como un gancho a la pera, volviendo a la protesta por la realidad criolla.

La lista sigue con «Rotopercutor» y el último tema lanzado por la banda, «El Uroloco» al estilo de, nuevamente, Korn. «Vecinos de mierda» vuelve a reclamar por aquellas situaciones que nos quitan el sueño y nos prepara por el pogo más gritado de la noche: «Marolio le da, sabor a tu vida…». Por último, «Reverendo H.D.P.» cantanda por Pit Barrett en su versión punk. En este show la iglesia también cobra, así que aparece Roberto Carlitus, el Papasspero directo del Vergaticano, sátira de la banda Ghost. Para cerrar esta parte, la banda hizo aparecer a Walter Martínez en el escenario, que se encontraba presente como invitado de la banda. Ovacionado, celebró la convocatoria e invitó a seguir disfrutando del show.

Entre risas y metal

Tras 19 temas, llegamos al último tramo del show, una lista inamovible de clásicos. «Acá si se cae uno, lo levantan. Pogueando con respeto». El clásico llamado a la integridad metálica de parte de Richar dió lugar a «Partiendo Cabezas», uno de los pogos más esperados de la noche. Siguió «Hijo de Puta», infaltable, inevitable, imposible de no agitar. El grito del pueblo para sacarse de encima toda la mierda, para «desmufarse» como dice Asspera.

Así continuaron los covers, parte fundamental de la banda, reivindicando la música nacional, entintándola de bizarrez y llevándola al Heavy Metal. Sonaron «Violeta», «El Hijo de Cuca» y «La Motito», uno tras otro, sin pausa. Richar volvió a tomar la palabra para celebrar que salimos campeones de América, calzándose un gorro de Argentina y levantando la camiseta de Messi. «Muchachos» fue el último estandarte de nacionalismo en la velada. «En Argentina nací / Tierra de Diego y Lionel / De los pibes de Malvinas que jamás olvidaré». El público acompañaba la melodía con coros cuando no había letras. Antes del último tema, se hizo la foto con el público, con «Escuchen, corran la bola» de fondo (video).

Pogueando al corazón

El cierre, como siempre, y en cada ritual, es dedicado a la amistad. A los amigos que ya no están. Aquellos que nos acompañan todavía, en las buenas y en las malas. «Pogo al corazón», entre abrazos, saltos y coros. Lágrimas y risas, la mencionada alegría en los rostros de esa buena gente. Aquel sentido homenaje a Gerónimo Pastore, conocido como Mario Lauro Santillán, baterista de Asspera fallecido en 2010. También dedicada a otro amigo de la banda, ni más ni menos que al Pato Larralde. Aplausos, interminables, en homenaje a la foto de Gerónimo y del Pato en la pantalla, y luego acompañando el ritmo de la canción.

El final de la canción se extendió musicalmente entre Julián, Nicolás y Pit, entre solos de batería, guitarra y bajo, que se iban apagando mientras los músicos se sumaban al abrazo grupal de la banda, siempre con Mario Lauro Santillán de fondo. Así terminaba el show, extenso, completo, sin problemas de luces ni de sonido; parte del «Verganflación Tour» de Asspera. Nos fuimos con al menos, cinco kilos menos de malas energías, y una sonrisa de oreja a oreja en tiempos no tan felices.

Crónica y fotografías: Facundo Rodriguez (Shots by Far)

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Facundo Rodriguez

Fotógrafo y redactor. Aficionado al cine y los viejos FX. Fana de los cómics y todo lo que pegue bien con el metal.

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