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Peregrinación a Noruega: procesión oscura a la cuna del Black Metal

Viajamos a Oslo, Noruega, terruño escandinavo, partiendo del cono sur del Río de la Plata. Visitamos lugares clave de la escena inaugural del Black Metal. En este informe, trataremos de resumir y precisar todos los detalles, a los efectos de que tambíen le pueda servir al lector como un verdadero mapa de ruta cultural.

Por lo demás, y antes de pasar a esta suerte de nota-bitácora, es menester aclarar algo. Este es un informe especial que, como se verá, no podrá ceñirse a los parámetros de la objetividad; al contrario, el lector —presumiblemente un metalhead abnegado como quienes escribimos en Vientos de Poder advertirá en seguida la contaminación sentimental y pletórica de emociones que uno experimenta al ver, por primera vez, los relatos que uno escucha siempre desde la expectativas más fantásticas. 

La diferencia aquí es que aquellos relatos cruentos sobre la escena no fueron una fantasía literaria, sino hechos concretos vehiculizados por personas concretas. Sin juzgar esto desde una perspectiva leguleya burguesa, el Black Metal en tanto género supera con creces a cualquier otra variante por la cantidad de hechos y vicisitudes que configuraron y cristalizaron su propia emergencia y constitución como expresión estética. 

Black Metal

Por supuesto, conocer exhaustivamente estos detalles históricos implicaría conocer y recorrer varios lugares de Noruega (entre ellos, sin dudas, Bergen), pero las propias limitaciones materiales, físicas y temporales hacen, a menudo, que localicemos sólo algunos aspectos. En este caso, elegimos Oslo, capital del país nórdico.

A continuación, mencionaremos los lugares en los que hemos estado, algunas recomendaciones y notas de color. Al final de cada apartado, trataré de dar indicaciones generales para llegar y, sobre todo, el precio, si lo tiene, dado que si algo caracteriza a Noruega es que francamente muy cara (no, desde luego, para quien vive ahí y percibe un salario normal-alto en coronas noruegas, pero sí para un ajeno como nosotros, máxime con salarios de LATAM). 

Black Metal
Viajamos a Noruega, la cuna del Black Metal

Neseblod Records, Ex-Helvete

La primera parada obligada fue la legendaria Helvete, hoy rebautizada como Neseblod Records. No es sólo una tienda: es un santuario cargado de historia, donde cada estante parece murmurar el eco de los años más turbulentos del Black Metal. Entre vinilos imposibles de conseguir, camisetas descoloridas y fanzines de época, la verdad que la sensación es más la de recorrer un archivo secreto invaluable que la de comprar discos. En mi caso, de todos modos, pude conseguir una edición vieja del Filosofem, de Burzum, pero que costó unas cuantas coronas noruegas, sólo justificadas para coleccionistas. 

Black Metal

La atmósfera se vuelve aún más densa al descender al sótano. Ese espacio sombrío, con sus muros cubiertos de recuerdos y la palabra “BLACK METAL” pintada en un graffiti que ya es mito, conserva intacta la energía oscura de lo que allí sucedió décadas atrás. Objetos firmados por músicos que marcaron a fuego la escena cuelgan como reliquias de un altar profano.

Salir de allí deja una huella imborrable: no sólo se visita una tienda, se atraviesa un capítulo vivo de la historia del metal extremo. 

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Viajamos a Noruega, la cuna del Black Metal

Forma de llegar: En mi caso, paramos en un barrio intercultural no muy lejos del centro, llamado Gamle, a tan sólo dos cuadras de la estación de metro Grønland. Desde este punto A, la tienda está a unos pocos minutos caminando. Recomiendo mucho ir a pie, dado que la ciudad es muy linda y se disfruta cada cuada, cada iglesia y cada detalle citadino. 

Precio: A diferencia de lo que indican varias páginas y sitios web, el ingreso al sótano es gratuito. No te obligan a consumir o comprar nada. En general, no suele haber tanta gente, así que no puede ir tranquilo e incluso ponerse unos auriculares y clavar un par de temitas bien malaleche y descender. Por lo demás, por supuesto el ingreso a la tienda es gratuito.

Tumba de Euronymous (Øyestin)

Otra visita realmente emocionante es la de la lóbrega tumba de Euronymous, quien fuera asesinado a puñaladas por Varg. El viaje hacia Ski nos llevó a un punto silencioso y cargado de simbolismo para quienes escuchamos y disfrutamos del black metal. Allí, lejos de la dinámica de Oslo, la memoria del guitarrista de Mayhem descansa entre árboles y lápidas, en un cementerio que parece ajeno al ruido que alguna vez desató su nombre.

No hay merchandising ni vitrinas, solo el peso de la historia y una sensación de recogimiento que se impone al visitante. Frente a la lápida, uno recuerda no solo al músico, sino a la figura central de una escena que transformó a Noruega en sinónimo de Black Metal. El silencio del lugar contrasta con la violencia y el caos que lo rodearon en vida. Es como si la muerte hubiera sellado con calma lo que en su momento fue tormenta.

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Tmba de Euronymous (Noruega)

Estar allí no es turismo, sino un acto de reconocimiento: un encuentro íntimo con uno de los nombres más controvertidos e influyentes del género. En nuestro caso, que fuimos en las postrimerías del verano e inicios del otoño (principios de septiembre), la tumba nos recibió con un cándido esplendor, rodeado de flores. Realmente, una ironía.

Forma de llegar: está aproximadamente a una hora en transporte público desde el centro de Oslo, o a 25´en taxi o Uber. Recomiendo hacer la combinación de tren y bus, ya que el precio es ostensiblemente más barato que el taxi. 

Precio: ingreso gratuito. 

Departamento de Tøyengata 40 B: vecindario y edificio donde Varg Vikernes asesinó a Euronymous

En Tøyengata 40 B, un edificio común en apariencia se convierte, para quienes conocemos la historia, en un lugar cargado de sombras. El vecindario, tranquilo y cotidiano, difícilmente deja entrever que aquí ocurrió uno de los episodios más oscuros del black metal: el asesinato de Euronymous a manos de Varg Vikernes.

Caminar esa calle y sus aledaños provoca un contraste inevitable. Familias que entran y salen del metro, bicicletas apoyadas en las rejas, un barrio que late con normalidad. Pero frente al portal, la memoria se impone. No hay placas ni marcas visibles que lo recuerden. Sólo tenemos la certeza de estar parados en el escenario de una tragedia que definió a toda una escena musical. Por lo que averigüé, el ayuntamiento (una suerte de Municipalidad de allá) decidió no revelar estos datos por dos motivos: no arredrar futuras negociaciones inmobiliarios para posibles locatarios y, por otro lado, evitar una afluencia masiva de gente vinculada al turismo (ajena a la escena del Black Metal, es decir, que sólo se acercan por el morbo mismo).

Black Metal
(Noruega)

El edificio mismo no revela secretos. Sus muros silenciosos guardan para siempre una historia de violencia y traición que trascendió lo local para convertirse en mito universal dentro del metal extremo. Para el visitante, detenerse allí no es tanto contemplar un monumento, sino rozar con la punta de los dedos la frontera entre la realidad y la leyenda.

Forma de llegar: desde Grønland se llega caminando, a tan sólo unas 10 o 12 cuadras. Lo mismo si lo hacés desde la tienda Neseblod Records, desde donde la distancia no supera las 10 cuadras. 

Precio: Se trata de un condominio cerrado con rejas. Hay varios edificios dentro de no más de cuatro o cinco pisos cada uno, todos con el mismo código estético de ladrillo visto. La unidad funcional donde vivía Euronymous era la del cuarto piso del edificio 40 B. Tuve la suerte de poder interceptar a dos propietarias que estaba ingresando al vecindario para pedirles si me podían dejar entrar.

Una vez dentro, me acerqué hasta el edificio del 40 B. Por segunda vez, tuve la fortuna de que un pibe estaba entrando y le pregunté si sabía algo de la historia de ese edificio, a lo cual, azorado, me lo negó. Se lo expliqué rápidamente y le pedí si nos dejaba entrar al edificio. Allí pudimos ver, en primera persona, los pasillos y los peldaños en donde ocurrió el homicidio. 

HOLMENKOLLEN CHAPEL

Imprescindible visita es la de la capilla de Holmenkollen. No sólo por lo que significó históricamente, sino por la belleza de los bosques a su alrededor, erigida en una soledad sepulcral. Si bien se trata de una de las tantas iglesias incendiadas por Varg y Faust (o al menos, adjudicadas a ellos), encontrándose varias de ellas en Bergen, la Holmenkollen Chapel reviste una mística particular.

Entre los bosques que rodean Oslo se alza el esqueleto de lo que fue la capilla. La madera ennegrecida y los restos reconstruidos cuentan, en silencio, la historia de aquel incendio que Varg Vikernes convirtió en símbolo de guerra contra la tradición cristiana en Noruega, replicando los incendios paganos que se hacía en señal de protesta a la colonización cultural cristiana. 

El camino hasta allí es casi idílico: senderos arbolados, aire puro, la serenidad propia del paisaje escandinavo y, en nuestro caso, una verdadera niebla funeraria en la que apenas se veían las cosas. El contraste entre la naturaleza viva que envuelve la capilla y el recuerdo de su destrucción dota al lugar de una energía ambivalente: sagrada y profana a la vez.

Hoy, los visitantes encuentran un espacio donde el mito y la historia se entrelazan. La capilla se ha convertido en símbolo, no por su arquitectura, sino por lo que representó en aquella confrontación entre música, ideología y religión. 

Forma de llegar: desde Grønland hay que hacer combinación de metro y luego tomar un colectivo. En mi caso, fui justo el día que había elecciones de legisladores nacionales, de modo que el metro, paradójicamente, estaba bastante paralizado. Eso me obligó a tomar Uber a la ida y a la vuelta (aproximadamente, 20 USD cada tramo).

Precio: ingreso gratuito. 

Black metal avant la lettre en el museo de Munch y Vatterland 

El Museo Munch se presenta como un desvío necesario dentro del mapa metalero de Oslo. No se trata de guitarras ni de discos, pero sí de estética: los cuadros de Edvard Munch, con sus figuras retorcidas, rostros desencajados y atmósferas sombrías, parecen anticipar décadas antes la iconografía que luego abrazaría el black metal. “El Grito” y tantas otras obras no solo dialogan con la angustia existencial, sino que parecen marcar, avant la lettre. Es la misma sensibilidad que años después se expresaría en riffs helados y portadas en blanco y negro. Caminar esas salas es descubrir que el metal noruego no surgió de la nada, sino que bebe también de una tradición artística que ya habitaba en las sombras.

Museo Munch (Noruega)

Forma de llegar: está en pleno centro de Oslo.

Precio: 220 NOK, esto es, 20 euros, aproximadamente.

A pocos pasos de la estación central se encuentra Vaterland. Se trata de un bar que late en la otra cara de la ciudad, a pocas cuadras de la estación de trenes. Allí no hay cuadros colgados en museos ni vitrinas de historia: lo que vibra es la energía cruda del presente. Bandas under suben al pequeño escenario y descargan su música ante un público cercano, casi encima de ellos. El lugar combina la calidez de un refugio con la intensidad de un recital. No deja de ser un buen lugar para escuchar Metal (pasan música desde Heavy Metal, Death Metal y Black Metal) y tomarse unas birras.

Forma de llegar: desde el centro de Oslo, se llega caminando en menos 10’. 

Precio: en el piso de arriba tocan las bandas, y suele salir entre 15 y 20 euros, dependiendo el día. Si se sacan con antelación los tickets en la página, un poco menos. Lo que sí, la cerveza es cara, particularmente cara: entre 5 y hasta 15 euros cada pinta. 

Nicolas Alabarces

Nicolas Alabarces

Licenciado en Letras (UNC) y actualmente becario CONACYT en Filosofía Política por la Universidad Autónoma de México (Xochimilco). Tomado completamente por las cadencias malaleche, escucha Metal desde chico, cuando un amigo le pasó un cassette con canciones de Maiden, Hermética, Slayer, Metallica y Sepultura.-

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