Crónicas

El final del camino: Thy Art is Murder cerró su gira en Argentina

Crónica del show de Deathcore del año en territorio nacional

El reloj marcaba más de las 19 cuando llegué a Groove. En el camino, pude ver a muchas personas que claramente iban a ver lo que quizás era el show más esperado por los oyentes de Deathcore. La banda que se presentaría esa misma noche era nada más y nada menos que Thy Art Is Murder, los australianos que definieron (junto a otras bandas del momento) lo que hoy conocemos como Deathcore: una mezcla de estilos entre el hardcore y el Death Metal.

Originalmente, en esta gira también esperábamos a otra de las bandas que formaron parte de la primera ola de bandas Deathcore a comienzos de los 2000: Whitechapel. Por problemas de salud mental que sufrió el vocalista Phil Bozeman, la banda terminaría sin formar parte del evento. Esperamos su pronta recuperación, anhelando la visita pendiente para sus fans latinoamericanos.

Nvlo: la voz del Deathcore nacional.

Una vez dentro del recinto, prácticamente a oscuras en ese momento, se podían ver ya varias personas agarradas a la valla y otras tantas rondando por el lugar. Sonaban clásicos ochentosos de fondo, para contrastar a las cadencias más pesadas de la noche. A las 20 horas exactas y con la oscuridad dominando el recinto, una oscura introducción atrajo a los espectadores al frente del lugar. El acto primero, aquel que abría la noche, se acercaba. Nvlo, los abanderados del Deathcore en nuestro territorio, estaban a cargo de hacer entrar en calor al público antes de la atracción principal.

La tracción que genera la banda, es admirable. Había más gente con remeras de Nvlo que de Thy Art Is Murder en el público, con un recinto casi completo en la totalidad de asistentes de la noche, desde el comienzo del show de la primer banda. El aguante no menguó a lo largo de la hora que duró su set. Demás está decir la increíble calidad de sonido, virtuosismo y actitud que manejan los muchachos de Nvlo. Cada vez suenan mejor, y visualmente han evolucionado para lograr una puesta en escena particular e irreplicable para otras bandas.

El apoyo de su público es notorio: han congregado a sus oyentes numerosas veces para abarrotar todo tipo de recintos, llegando incluso a los más grandes shows, como Bring Me The Horizon y el aclamado y reconocido festival internacional Knotfest. Tocaron varias canciones de su último álbum titulado “Eclosión”, como “Claridad”, ”Templanza” e “Jrónos”. De «Foza» sonaron “Colapso” y “Ánimas”, entre otros. El agite y el moshpit fueron prácticamente constantes desde el principio hasta el final. Se notaba la emoción, tanto de la banda como de la gente, por lo que significa estar abriendo para una de las que probablemente sea de sus principales influencias.

Thy Art Is Murder: sobre el trono de sangre

Habían pasado casi 20 minutos de la hora pactada para el inicio de la atracción principal. En medio de las conversaciones y la ansiedad, comienza a sonar “We Like To Party” de los Venga Boys, una canción de electro-pop que dura por lo menos 2 minutos. Con luces repletas de colores y un escenario cien por ciento iluminado, los músicos van apareciendo en escena. De repente, silencio y oscuridad total. La introducción de batería de “Destroyer of Dreams” del último trabajo de Thy Art is Murder, “Godlike” resonó en el recinto, y el descontrol se apoderó del lugar.

Siguió “Blood throne”, acompañado por los gritos del público en un circle pit cuyo frenesí se apoderó de Groove. El sonido de la banda era muy ajustado e imponente. El nuevo integrante y vocalista, Tyler Miller, se dirigía al público, desafiando a que salten y alienten con mayor intensidad, hasta gesticulando que se aferren al vallado para acompañarlo de los más poderosos headbangs. El show dió paso a “Death Squad Anthem” y “Make América Hate Again”, ambos del “Human Target” de 2019. Entre ovaciones y aplausos, la banda se abrió paso sin piedad con “Join Me Armaggedon”, el primer corte de su último trabajo. Del álbum homónimo, “Holy War” fue la única canción que sonó en la noche: uno de sus temas más emblemáticos, que fue festejado por los fans.

La cepa más pura del odio

Con calor y cansancio, pero hambrientos de más, el público recibe una de las canciones más clásicas de la agrupación. Con otra intro de batería emblemática, Miller vocifera “¡Repress! The darkness burns!!”. Suena “The Purest Strain of Hate” del «Hate» del 2012. El set continuó con tres canciones más de su trabajo más reciente: “Godlike”, “Keres” y “Everything Unwanted”. La banda mantuvo el mismo nivel de violencia, precisión y velocidad a lo largo de todo el show, demostrando un profesionalismo absoluto sobre las tablas, y el porqué se mantienen como una de las agrupaciones más reconocidas de la música extrema.

El vocalista se dirige al público diciendo: “Sé que se saben cada p*** palabra de la canción que sigue”. Las palabras que eligió recitar fueron “Fear me, I am destruction of innocence”. La posesión estaba completa: no había vuelta atrás. El circle pit se adueño de más lugar, y los ninjas del Deathcore se adueñaban de casi medio recinto. El frontman de la banda no se equivocaba, el público conocía de una punta a la otra la canción. Quizás su más grande éxito y el favorito de muchos, un clásico e himno del género: “Reign of Darkness”. Aclamado, gritado y pogueado hasta el final con la mayor intensidad de la noche. Para cerrar el set, eligieron “Puppet Master” de su álbum “Dear Desolation” de 2018.

El último circle pit, el último breakdown, el saludo con su público, la foto grupal y la promesa de regresar pronto. Un show corto, pero estridente. Una presentación que abrumó a sus fanáticos. Quizás pensada por supuesto para formar parte de una grilla más extensa, pero sin embargo, cumplió todas las expectativas y aún más.

Crónica: Luca Naveira
Fotografías: Facundo Rodriguez

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Luca Naveira

Luca Naveira

Melómano, cantante, fanático del metal en todas sus formas. Me parece importantísimo difundir y dar a conocer un poco más está expresión musical con tantas historias y mensajes.

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