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Vuelo rasante: Barón Rojo celebró 45 años en Argentina

El pasado sábado la ciudad volvió a vestirse de frac. Cuero, tachas y botas sucias patearon la Avenida Federico Lacroze para asistir a uno de aquellos imperdibles eventos: la llegada de los hermanos de Castro al frente de la legendaria Barón Rojo. Cuarenta y cinco años pateando las tablas no pueden celebrarse de otra manera que no sea rockeando junto a un público que lleva todo una vida acompañando a la banda como fieles religiosos. Vorterix tuvo una asistencia del ochenta, noventa por ciento de su capacidad. Desde Vientos de Poder tuvimos la posibilidad de asistir a esta verdadera fiesta rockera, para contarte todos sus detalles. ¡Por la marcha que nos dió, larga vida al Barón!

Un rito marginal

Para el comienzo de la velada, tres bandas afinaron sus instrumentos para salir a choque. Todas con casi treinta años de carrera encima, formadas a principio o en los tardíos años noventa. Las puertas se abrieron a las 18 horas, y a la espera los oyentes estuvieron hasta las 19:30. Primero fue Ojos Negros, oriundos de la localidad de San Justo, Provincia de Buenos Aires, y quienes abrieron para los españoles en su anterior visita. Aprovecharon cada minuto de su show, al palo, con un Heavy/Thrash bien pulido y con mucha presencia en el escenario. Maligno fue en siguiente lugar, y de la misma manera que la banda predecesora, asestó cada riff de manera precisa, con mucha fuerza en las voces en una base más Heavy que Thrash. La fecha se venía bien pesada.

Por último, Karkaman salió casi con un teatro al 75%. Su presentación se adelantó unos veinte minutos y contó con algunos desperfectos en sonido que costaron arreglar, como ser numerosos acoples al comienzo. De las tres bandas, su propuesta fue la más alejada del Heavy Metal, con un Power Rock cargado de covers de rock nacional, tocando temas de artistas como Charly García, Los Tipitos y La Portuaria. Para las 21.30, el escenario estaba vacío y el telón cerrado. La convocatoria era perfecta, y solo quedaba la atracción principal.

Barón, héroe de cuento

Para las 22 horas, Barón Rojo salió al escenario ovacionado. A contraluz, los músicos se pararon frente al público e iniciaron el show con el instrumental «Buenos Aires», una verdadera sorpresa. Fue «Larga Vida al Rock & Roll» el puntapié inicial del agite de tres, sino cuatro generaciones de los rockeros que integraban al público de la noche. Sonaba aquel himno del Heavy/Rock hispanohablante y contestatario que celebra una cultura que se le resiste a la moda, a las tendencias generacionales y que funciona como manifiesto de todo un movimiento cultural que año tras año decide andar por la vereda de enfrente, aquella opuesta a las tendencias que están a la orden del día.

Una leyenda del rock viviente se alzaba sobre el escenario. Aquella banda pionera con letras de protesta, que celebraban el Rock y su rebeldía desde los ’80, se presentaba nuevamente ante sus oyentes más fieles, aquellos que antaño andaban con el cassette en el bolsillo, y ante generaciones más jóvenes por supuesto: consecuencia de la herencia musical para algunos, y el descubrimiento personal para otros. Los hermanos De Castro, auténticos próceres de la escena con Luis Morán y Rafa Díaz en bajo y batería respectivamente, apenas paraban para tomar aire, dejandolo todo tema tras tema.

El repertorio tuvo lugar para clásicos como «Chica de la Ciudad» y joyas que no suelen sonar, como «Vampiros y Banqueros» y «Hermano del Rock & Roll». Sonaron también «Los Desertores del Rock», «Tierra de Vándalos» y «Caso Perdido». Más que por un par de acoples (nada fuera de lo normal en el Teatro Vorterix), el show transcurrió sin desperfectos. El juego de luces era impecable y las visuales, simples y al mejor estilo Barón Rojo, acompañaban bien. El show llegaba a la mitad, dando paso a una seguidilla de clásicos que serían uno mejor que el otro.

Sobra energía para seguir

Lo que siguió, fue clásico tras clásico que no permitió descanso alguno al público. Armando se extendió con un solo de guitarra tras «Hermano del Rock & Roll» que dió lugar a «Concierto para Ellos». Una mezcla de nostalgia y felicidad recorría al público, donde pocos alzaban el teléfono para grabar, prefiriendo de primera mano disfrutar de una banda que supo acompañar una vida entera y una juventud «de rebeldía». Siguió «Con Botas Sucias», donde intercalaron el estribillo de «Born to be Wild» de Steppenwolf de yapa.

La alegría se apoderó del recinto cuando «Siempre Estás Allí» tuvo su momento de gloria, con un juego de luces acorde y el público dándolo todo en cada palabra. Sin embargo, pateando la mesa y subiendo el volumen al once, la lista siguió con «Los Rockeros van al Infierno», donde cada acorde, cada riff y cada palabra se gritó a pulmón. El clásico agite argentino era infaltable y aquel fue el momento perfecto para demostrar y destacar al público.

Las revoluciones siguieron altas con «Cuerdas de Acero» y amainaron un tanto con «Hijos de Caín». La noche se aproximaba a su fin, y no solo porque el set se terminaba: estábamos cada vez más cerca de la medianoche. Barón Rojo llevaba más de hora y media tocando, y aún faltaba. Fue el turno de «Resistiré», que puso los puños en alto con una de las letras más rebeldes de la banda, entre tantas otras. El legado de la banda es el Rock Pesado y todo lo que representó para ellos en sus inicios. Y aquí la prueba viviente: 45 años de carrera y aún logran poner a gritar a pulmón a sus oyentes: «Nos habláis de sumisión / Nos pedís resignación / Pero no me dejaré engañar / ¡Resistiré! ¡Resistiré hasta el fin!»

«Barón Rojo» y «Son Como Hormigas» siguieron en la lista. Y si bien no parecía el final, la banda comenzó a despedirse mientras el público comenzaba a vitorear el clásico «Olé, olé olé olé… Barón… Barón…!» que lentamente transicionó a un «una más, y no jodemos más». Calzándose otra vez los instrumentos, el Barón Rojo encendió su motor. «El Barón vuela sobre Inglaterra» perfectamente enganchado con «El Malo» fueron el broche de oro de una noche a puro rock pesado. Las campanas que marcaban la medianoche estaban a solo diez minutos de sonar.

Sobre la avenida, la luna llena se alzaba imponente, camino a su zenit. Las hordas de cuero y metal marchaban otra vez por la vereda, extasiados, rememorando cada detalle y construyendo de a varios la noche, para grabarla a fuego vivo en la memoria. El vuelo del Barón Rojo, una vez más, pasaba rasante por la ciudad y tomaba altura para seguir escribiendo en la historia del Rock.

Crónica y fotografías: Facundo Rodriguez

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Facundo Rodriguez

Fotógrafo. Ex estudiante de cine y FX. Fan de la ciencia ficción y la literatura fantástica. Cada tanto escribo sobre lo que me gusta. No importa la rama del Metal, siempre que haya Metal sonando.

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