Condenado a la perfección: Candlemass en Argentina
Candlemass volvió a nuestro país por segunda vez. Pasaron nueve años desde la primer visita de los suecos, aunque aquella vez del 2016 (en el mismo recinto) vinieron con Messiah Marcolin como vocalista. Ahora, era el momento del debut de Johan Langquist, vocalista original, quien prestó en los inicios las voces para el «Epicus Doomicus Metallicus» , quien regresó a la banda en el 2018.
El motivo de la gira era la celebración de los 40 años como pilares del Doom Metal que llevan en la espalda. ¡Y que manera de llevarlos! De forma anticipada, les puedo anticipar que este breve racconto tratará de llevarlos de nuevo a uno de los mejores shows del año, de forma poco imparcial: memorable, esperado, y perfecto.
El club del Doom local
Las puertas dieron paso al numeroso público que esperaba desde temprano a las 19hs, bastante antes del arranque de la primer banda, bien ubicada en tiempo: no sería hasta las 20.15 que Ararat, el dúo liderado por Sergio Chotsourián, emblema de nuestra escena Doom (Ex-Natas), saldría a escena. La combinación de bajo y batería, sin guitarra y con la distorsión como protagonista, hizo una buena actuación. Tal vez muy densa la propuesta para la ocasión: no es un sonido que tenga por preferencia. No obstante, hay que reconocer la experiencia arriba de las tablas y hacerlo sonar como se debe. Atmosférico, denso, hasta quizás hipnótico.


Classicus Absolutus
El turno de los suecos llegaría más tarde, pasada la media hora de espera. El Roxy acabaría por llenarse: el show, pautado originalmente para el Teatro Vorterix, pasó a un recinto de menor capacidad por falta de interés del público metalero local. La banda terminaría tocando en el mismo lugar que los vió debutar, esta vez mejorado, con un gran sonido, buenas luces, buen ambiente.
Tras la ya clásica «Marche Funebre» a modo de introducción, los consagrados salieron a escena con «Bewitched». La celebración de un clásico como lo es el «Epicus Doomicus Metallicus» estaba en marcha. Hemos de sentirnos privilegiados de ver a Leif Eidling, líder, creador, creativo de la banda, aún al mando del timón y respaldado por sus viejos compañeros Mappe Björkman, Lars Johansson, Jan Lindh y el ya mencionado Johan Langquist, a estas alturas. Siguieron sonando «Dark Are The Veils Of Death» y «Mirror Mirror» para la introducción al show.

Langquist, dueño de las tablas, manejaba la tarea del frontman a la perfección: a pesar de los años, la voz la mantiene intacta y arriba se lo ve en perfectas condiciones. Teniendo en cuenta que la mayoría de los éxitos por fuera del «Epicus» no formaron parte de su carrera en la banda, la capacidad para interpretarlos fue sobresaliente. Me comentaron también durante «Under the Oak» y «Dark Reflections», que esta presentación estaba mucho más pesada que aquella del 2016 con Messiah Marcolin al frente. Mas Doom, menos rockera. De lo nuevo, solo interpretaron «Sweet Evil Sun», tal vez para demostrar que más allá de sonar vigentes, compositivamente aún se mantienen en forma.



Dulce y maldito Doom Metal
El peso lírico, el ambiente generado y lo cautivador de la presentación, fueron los elementos destacables acá. La química que maneja la banda en el escenario, incluso con Mappe retraído en el fondo (inexplicable), y la conexión con el público, lo hicieron único. Sonó Heavy, sonó pesado. Doom puro. Ahí estaban los cinco hechiceros, afianzando la elección de continuar con aquel legado iniciado por Black Sabbath, manteniendo vivo un género al que no se le permitirá morir en soledad. El cierre, el clásico «encore» fue de la mano de «The Well of Souls», «The Bells of Acheron» y por supuesto, como es costumbre, «Solitude».



Así pasó la nigromancia de Eidling y compañía, dando arranque al segmento latinoamericano de la celebración por los 40 años de carrera y vigencia en el Doom Metal, un género que conjuga lentitud, pesadez y majestuosidad, donde cada riff es un ritual y cada acorde una plegaria fúnebre que transforma el escenario en un templo de sombras y solemnidad.
Desde Vientos de Poder, agradecemos a Miguel Mora, prensa de MTS Agency, por facilitarnos la asistencia a tamaño evento, y el buen trato otorgado en todo momento.
Crónica y fotografía: Facundo Rodriguez (Shots By Far)
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