Exmiembros de Dogma escupen verdades y la banda finalmente comienza a pudrirse por dentro
El hermetismo vendehumo que rodea a Dogma se quebró hoy cuando varias integrantes anunciaron públicamente que fueron expulsadas de la banda, confirmando así lo que los rumores en foros y redes ya anticipaban. La declaración, publicada en sus cuentas personales de Instagram, reveló tensiones internas y un corte definitivo con la estructura del grupo.
En el texto, las exmiembros explicaron que la decisión no fue consensuada ni comunicada de forma directa, sino que se enteraron de su desvinculación “a través de terceros”. También expresaron su descontento con el modo en que se manejaron las circunstancias: “Nosotras no decidimos irnos. Fuimos removidas sin explicación clara y sin oportunidad de diálogo”, manifestaron.



En su comunicado, las artistas señalaron que, pese al impacto de la noticia, querían agradecer el apoyo del público y aclarar su posición:
“A todas las personas que nos acompañaron en el camino, gracias por el cariño y por creer en lo que construimos. Amamos esta banda y dimos todo por ella, pero las decisiones fueron tomadas por otros”, escribieron.

También remarcaron que su salida no estuvo vinculada a conflictos personales entre ellas, sino a factores externos relacionados con la dirección artística y la gestión del proyecto. En uno de los pasajes más contundentes, añadieron: “No podemos seguir siendo parte de algo en lo que ya no se nos permite decidir ni crear libremente”.
El texto concluye con un mensaje hacia los seguidores de Dogma: “Deseamos lo mejor para el futuro de la banda, y esperamos que la música siga hablando más fuerte que cualquier otra cosa”.
Una historia de máscaras y rotaciones
Desde su surgimiento en 2021, Dogma se caracterizó por su estética ritual y su identidad anónima. Con integrantes encapuchadas y una narrativa centrada en la “unidad del concepto” más que en las personas detrás de él. Esa filosofía también derivó en constantes cambios de formación, tanto en estudio como en vivo. Por supuesto, reemplazar músicos sin mostrar su imagen es algo sencillo, en este caso. Las músicas usan máscaras genéricas o maquillaje en escena. No se les permite mostrar nada del proyecto, ni mencionar en los créditos a los ejecutores del show (porque nadie está seguro de que sean los mismos que componen). La identidad es cien por ciento privada, siendo la persona solo una parte anónima del producto.

De hecho, la banda ya atravesó al menos cuatro alineaciones distintas en apenas tres años. Esto es un rasgo que el proyecto nunca negó y que incluso forma parte de su discurso artístico. “El mensaje es Dogma, no los nombres”, declaran como base de la idea de la banda. Sin embargo, esta es la primera vez que exintegrantes se manifiestan públicamente, rompiendo el pacto de silencio que solía envolver cada reemplazo.

La decisión marca un punto de quiebre en la narrativa del grupo, que hasta ahora mantenía control total sobre su identidad visual y comunicacional. Para los seguidores, el comunicado representa una rareza dentro del universo Dogma. Una grieta que confirma el mal manejo de los dueños de la banda. El maltrato hacia sus artistas y la falta de reconocimiento sobre la música, eran elementos sospechados por parte de la comunidad de fanáticos.
La respuesta
A pocas horas, el núcleo de Dogma emitió un comunicado oficial reconociendo las declaraciones de las exintegrantes, pero reafirmando la continuidad y la filosofía del proyecto:
“Somos conscientes de las recientes declaraciones en línea de algunos antiguos miembros no originales de Dogma. Aunque respetamos a todos los que han contribuido a nuestro viaje, queremos dejar claro que Dogma siempre ha sido y seguirá siendo mucho más grande que cualquier individuo. Cada miembro, pasado y presente, ha dejado una huella que ayudó a dar forma a quienes somos hoy… Estamos agradecidos por el tiempo, energía y momentos que cada miembro ha compartido con Dogma”.
La banda enfatizó que su identidad artística se mantiene basada en creatividad, evolución y colaboración, y reafirmó su compromiso con los fans y con la música, el mensaje y la comunidad que forman parte del proyecto.

Lo que antes funcionaba como un juego de misterio hoy parece desnudar un modelo de producción que reemplaza personas sin asumir consecuencias. Porque cuando la estética pesa más que el arte, lo que se erosiona es la credibilidad.
Los fans lo saben: detrás de las máscaras hay trabajo, hay identidad, hay derechos. Seguir rotando rostros para mantener un producto rentable no es misticismo, es marketing con olor a vacío. Quizás sea hora de que Dogma deje de replicar fórmulas ajenas y empiece a sostener su discurso con la misma autenticidad que exige en sus letras.
