Lords of Chaos, una película anti Black Metal
Lo que empezó como una buena película, que se sentía real, documental e imparcial, desembocó en algo aburrido, construido para llegar a un clímax de violencia explícita. Es notorio donde está puesto el foco. Hoy les voy a dar mi punto de vista sobre Lords of Chaos, una película que comenzó como la historia de Mayhem, y terminó como una violenta novela de Televisa.
Del under sueco y noruego directo al mainstream norteamericano
Todos conocen la historia de Mayhem, Euronymous y Varg Vikernes. Incluso quien no pertenece al mundo del metal, asocia al género con el satanismo, quema de iglesias y muerte. Este tipo de críticas y opiniones (erradas algunas, acertadas otras) van ligadas en gran parte a la banda protagonista de la película. El problema es el teléfono descompuesto que se genera por hablar sin saber, o por limitarse a ver este tipo de películas.
Es interesante, que siendo Jonas Åkerlund el director del film, fundador de la banda de Black Metal Bathory antes que Mayhem existiera, tenga esta visión de la historia, sin nombrar su proyecto musical, planteando a Mayhem como la banda creadora del género, cuando él mismo fue una de sus influencias. No obstante, su nombre como director destaca en muchos videos musicales, como Metallica, Rammstein y Candlemass… Lady Gaga, Beyoncé, Maroon 5 y Britney Spears, entre otros. No hay ningún actor sueco o noruego, ni siquiera se tomaron el trabajo de imitar los acentos. Es una película que está pensada para el mainstream cinematográfico norteamericano. Quizás sea este el problema principal de la película. Su director no es “del palo”, fue del palo y por cuestiones económicas, el producto final me resulta bastante controversial.

Una historia verídica adornada con ficción y mentiras
La película comienza contando la historia de Mayhem. La creación de la banda por parte de Øystein Aarseth, conocido como Euronymous (Roy Culkin). La combinación de la narrativa en off con su voz, footage sobre Noruega, escenas filmadas en set y otras con una estética de grabaciones reales en blanco y negro de los primeros shows de la agrupación, hacen de la primera parte de la película un producto a la altura de lo esperado.
Sin embargo, a medida que avanza la narración, nos encontramos con elementos que están fuera de lugar. Recuerden que esta visión es ficción. “Basada en verdades y mentiras”, palabras del director. Así es que llegamos a ver a Dead (Jack Kilmer) persiguiendo gatos con una escopeta en el bosque, o colgandolos en las vigas de la misma habitación en la que posteriormente tendría lugar su suicidio.
Por momentos muestran a los integrantes de Mayhem como pequeñas estrellas populares entre los suyos. Siendo anfitriones de fiestas, teniendo sexo en público y emborrachandose con sus amigos hasta el amanecer. En otras escenas el humor aborda e interrumpe el clima de la película sin generar efecto cómico alguno. Por ejemplo, durante un discurso anti-iglesia y satanista de Euronymous a sus colegas en un restaurante, siendo interrumpido para avisarle que su hamburguesa está lista.
Las mayores curiosidades, abundantes sobre Dead, están todas volcadas en el largometraje. Desde el sobre con el cassette de audición y el conejo muerto, hasta la bolsa con un cuervo muerto y la incorporación del corpse paint, así como la famosa entrevista de Varg a los medios, el asesinato realizado por Faust y por supuesto, su propia versión de un final infelíz.

La competencia por la infamia: Euronymous vs. Varg
Cerrando la primer parte de la película, nos muestran a un Varg (Emory Cohen) fan de Mayhem, proveniente de una familia adinerada. Este ensaya poses en el espejo con un rapier, dejando de lado sus gustos para encajar con la imagen de Euronymous tras ser rechazado por este último, tan solo por llevar en su chaleco un parche de Scorpions.
El suicidio de Dead marca el fin de esta etapa (con una escena muy gráfica, bien filmada y una nota suicida que deja que desear), con Euronymous tras tomar las famosas fotografías, mudandose y abriendo Helvete, su famosa tienda de discos y su sello discográfico Deathlike Records.
Es aquí cuando Varg toma verdaderamente aparición y protagonismo en la película, al llevar su demo de Burzum ante Euronymous, quien encuentra en él la posibilidad de llevar adelante un buen negocio musical. Logrando que el mismo Varg financie la producción, lo introduce al famoso Inner Circle. Allí comienza la transformación de Kristian en el personaje que todos conocemos.

Bastó un “hazle publicidad” de Euronymous para que Varg queme la primera iglesia de Noruega y se desate una vorágine de sangre y fuego en la nación, afamando el género musical, dándose a conocer en la escena. Nos muestran a un Varg hecho una “superestrella” del Black Metal. También a un Euronymous lleno de envidia que se atribuye el crédito de darle la idea. Una carrera entre ambos por ver quien hace todo mejor. Un conflicto económico entre ellos. Euronymous lo introduce en Mayhem con el propósito de evitar tener que pagarle las regalías de sus ventas solistas, logrando incluso de ahí financiar el primer disco de estudio de su banda. Las tensiones escalan, las acciones llegaron a un nuevo nivel de violencia, a un punto mediático, fama internacional, y un declive entre ambos personajes por las diferentes visiones que tienen, llevándolos a la separación absoluta de ambos.
Acá la película se olvida de que Euronymous narra en off los hechos. Se olvida de Mayhem. De Maniac y Messiah, ni noticias. Attila, Hellhammer, Faust, Necrobutcher son meros cameos. Hace rato la película se volvió una historia de amistad y odio entre Varg y Euronymous. Y volvemos a las mentiras: Euronymous tiene novia, se cortó el pelo y usa camisa. Varg es un psicópata (sujeto al criterio de cada uno si verdaderamente lo fue) y Arseth es un alma en pena, con buenas intenciones, que jamás lo amenazaría de muerte ni tomaría provecho de la situación para beneficio personal.
Sobre el final de la película mejor ni hablar. Todos sabemos como termina la relación. La escena está incluida en el largometraje, con abundantes planos detalles, y una escena de Varg haciendo una pausa tras las primeras puñaladas para tomarse una chocolatada antes de seguir con las otras veinticinco que le faltan.

Una película con gusto a poco
En síntesis, lo que comienza con un gusto a documental e historia bien contada, termina en un drama entre adolescentes que se pelean por tomar como una imagen comercial la esencia del Black Metal, o verdaderamente creer en lo que predican. La cinta recae en lo básico de la víctima y el villano. Se centra en lo más polémico de la historia, y rellena con ficción que no está a la altura, ni en seriedad ni en atmósfera.
Si me hubiese sentado a ver esta película sabiendo que no era un documental, posiblemente a mitad de camino hubiese terminado como Dead. Por suerte, no investigué mucho antes de verla. Y cierro con la crítica de Fenriz (Darkthrone) sobre el producto final: “es la peor idea de todos los tiempos”.
