Crónicas

Nepal, cuarenta años de fundamentos metálicos

La histórica banda de Thrash argentino volvió a dar el show nacional del año

Una vez más, pateo las calles de Avenida Rivadavia, camino al Teatro Flores. Aquel templo metalero que supo ver el regreso de la histórica banda Nepal el año pasado, volvía a albergar a sus músicos en un show que se recordará como un pedazo de historia. Entre almas vestidas de negro con alcohol ya calentando sus venas, antes de las 20 horas la manzana estaba colmada de metálicos y las puertas abiertas. Adentro, gran cantidad de gente atiborraba las barras, el sector de merchandising y por supuesto, el frente del recinto, dispuestos a aguantar la ferocidad de casi dos mil personas detrás.

Quien les escribe no tuvo la posibilidad de ser contemporáneo a esta gran banda y a otras de sus épocas. Lamentablemente, debo contentarme con regresos y tributos, pero no los menosprecio: gracias a esto tuve la posibilidad de, el sábado pasado, ver a una agrupación de la primera generación metálica, de aquellas que patearon el under y sentaron las bases para que la escena explotara. ¡Y que regreso! Notoriamente, una banda diferenciada al resto, cargada de una virtuosidad que le pasa el trapo a los íconos más grandes del país. Algo que no puede aburrir jamás y con una vigencia lírica tan fuerte hoy (y tal vez más) que en los años 90.

La historia aún no está terminada

A las 21, las luces se apagaron y el telón se abrió. Con dos focos blancos alumbrando un micrófono, César Fuentes Rodriguez aparece en el escenario. Ovacionado, comienza un pequeño monólogo que sirve de introducción para el show. «Acuérdense ustedes de que la historia siempre se cuenta por el final. Porque de esa manera es como se condiciona una historia: como uno la cuenta y como la gente la recuerda. Y si hablamos de Nepal… no basta con decir que fue una banda que tuvo aquellos orígenes humildes por Munro… No basta con contar la historia de cuando pusieron los cimientos del Thrash nacional. No basta tampoco contar como hacían los cassettes artesanalmente, distribuidos a mano, No basta contar como en algún momento tuvieron artistas internacionales como invitados en sus discos. A gente como André Matos, a Hansi Kürsch.»

«No basta, porque la historia continúa. Y hoy aquí, no solo basta con llenar este teatro, y con aplaudir, gritar y cantar los temas. Si realmente los metaleros son lo que la leyenda dice, la historia no está terminada. La historia es este capítulo de ahora, y será contada a partir de un final que está mucho, mucho más allá.»

Una serie de imágenes suceden al discurso de César, provenientes de la reunión de la banda en el 2023. Allí, los rostros que estaban al frente del show se repetían otra vez, junto a imágenes de la banda sobre el escenario, más viva que nunca. La pantalla vuelve a apagarse. Ya era hora.

Se encienden los motores

Las luces vuelven a encenderse cuando Adrían Espósito se coloca detrás de la batería, Javier Bagala y Beto Vázquez aparecen a los costados del escenario con una sentida ovación. Comienza a sonar «Más Allá del Asfalto», de aquel «Manifiesto» del año ’97, con sus primeros riffs acompañados de puños y coros clásicos del público. Larry aparece en el escenario para contar las primeras estrofas. Siguió «Perfil Siniestro», que dió lugar a «Falsos Profetas (A Esos)» de la primer obra de la banda, «Raza de Traidores». Si la locura se había desatado, en el tercer tema el público ya se encontraba en un estado de demencia. La misma persona voló dos veces por arriba del vallado durante la canción que sonaba. Volaba la birra, el pogo se agrandaba y las manos cornutas se alzaban con aquel himno metálico.

Más que unas pausas para los agradecimientos, la banda casi no se detuvo. Esta vez no hubieron sentidos homenajes en palabras o videos de antaño. Siguieron «Ideología», «Realidades», «Raza de Traidores» y «Devorando el Tiempo». Para «Nadaísmo», Joana Gieco, hija de León y quien supo ser la tecladista del padre del metal nacional, Ricardo Iorio. Siguió «Crisis Total», antes de dejar solo a la máquina sentada detrás de los parches, Adrián Espósito, para que desplagara un gran solo de batería.

Vigencia y premonición metálica

La vuelta al escenario de los miembros originales fue con «Ciegos de Poder», aquel himno de la banda que parece hoy haber sido una premonición de nuestro presente y las crisis del medioambiente. Lógicamente, un público extasiado comienza a corear a más no poder. Nepal da un show que muchos artistas internacionales envidiarían: un recinto que pocos logran agotar, con luces y sonido en un nivel excelente. Ellos, arriba del escenario, están absolutamente cómodos: la energía que manejan es inagotable, y la camaradería entre ellos, sin egos que compitan y manchen la imagen de la banda.

«Ciudadano de las Tinieblas», «La Señal del Metal» y «Paredes de Hierro» llevaron el show a un punto cúlmine, que se mantuvo firme con «Represor» y «Estadio Chico. Nuevamente, solo un miembro queda en el escenario, pero esta vez es Javier, por tiempo más prolongado, dando cátedra de como hacer cantar a la viola.

Por aquellos que resistieron, y por aquellos que ya no están

La última parte del show, no menguó. Ya con casi hora y media de show encima y prácticamente sin pausa, Larry, Beto y ahora Adrián regresan al escenario. «Aquellos Bastardos» levantan a todos de la hipnósis que Bagala causó sobre el público, y los vitores y aplausos hacia su persona se vuelven gritos de furia y combate ante una lírica que recuerda la época más aciaga de nuestra nación. La bandera argentina flamea detrás en pantalla, y da paso a «Aquellos Bastardos». Sobre el final, «Lanzado al Mundo hoy» de V8, con la imagen de Ricardo Iorio detrás, en memoria, causan un aluvión de aplausos y gritos en apoyo. Tras un minuto con el escenario a oscuras, la banda vuelve a salir para despedirse, no sin antes hacer sonar «Dead Embryonic Cells» de Sepultura.

Nepal dió cátedra maestra de metal. Con el recinto a tope y un sonido perfecto, no hubieron trabas ni fallos en el despliegue. ¿Qué sigue después de esto? Quizás, celebrar «Ideología». Pero ojalá estemos cerca de ver a la banda volver a estudios. Un gigante del metal argentino, que no tuvo apoyo de discográficas ni nombres pesados de la escena en su formación, que supo autogestionarse y volverse un pilar elemental de la escena, tal vez pasando un poco desapercibido, o no obteniendo el reconocimiento que debería haber tenido. Es una maravilla que hoy, a cuarenta años del inicio, podamos apreciar a estos monstruos pisar un escenario y ejecutar su música como pocas bandas pueden hacerlo. Recuerden, que como dijo César al comienzo, «la historia no está terminada». Hay Nepal para rato.

Desde Vientos de Poder, agradecemos a Lola Nagel y NWM Productions por permitirnos formar parte del evento como medio de prensa especializado.

Crónicas y Fotografías: Facundo Rodriguez

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Facundo Rodriguez

Fotógrafo. Ex estudiante de cine y FX. Fan de la ciencia ficción y la literatura fantástica. Cada tanto escribo sobre lo que me gusta. No importa la rama del Metal, siempre que haya Metal sonando.

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