Crónicas

Abbath tomó su revancha en Buenos Aires: la reconquista del Black Metal

Resulta difícil, si no imposible, no recordar la última performance lacrimosa y decadente del músico noruego y exlíder de Immortal en nuestro país. Las imágenes que se registraron de aquella ocasión eran elocuentes: un Abbath(ido) Olve Eikemo pasado de intoxicación, quien apenas se mantenía erguido y que, llorando entre los brazos de un público entre estupefacto e iracundo, capituló toda posibilidad de continuar con su show.

¿Pudo rectificar esta triste imagen en la fecha de su gira “Dread Reaver Latin American Tour 2023”? La cita con nuestro país era especial, única y extraordinaria. Por este mismo motivo, no era una fecha más. Una deuda cargaba en sus espaldas. Esta vez, con odio, por momentos jocoso pero implacablemente violento, Abbath replicó su imagen para ratificar por qué está entre los grandes referentes del Trve Black Metal en todo el mundo. Desde Vientos de Poder, te contamos los detalles de una noche atiborrada de Black Metal y malaleche.

Un prolegómeno poco decoroso

La convocatoria a la apertura de puertas, como viene siendo norma, es muy temprana. Llego a las 18.30 a la calle Sarmiento, donde está emplazado El Teatrito, y ya la cola de gente superaba con creces lo habitual. Se empieza a gestar el ambiente, la cuadra se tiñe de negro por la cantidad remeras de Black Metal, algunos con las caras pintadas de corpse paint y un vendedor de libros de literatura ocultista. La vulgata y el murmullo entre la gente que esperaba entrar constataba lo que, tácitamente, todos pensábamos en nuestro fuero interno: ¿Se repetirá el escenario de la última fecha en 2019? Testigos de ese día rememoraban, con sorna, las vicisitudes de una noche que quedará para la historia en nuestro país. 

La primera banda prevista era Exterminio, que sale al escenario a horario puntual. Ni un minuto más, ni un minuto menos. En esta ocasión, la banda local oriunda de San Martín, provincia de Buenos Aires, sale con un reemplazo furtivo de su baterista, Javier Cuello, pero con el resto de sus integrantes incólumes. Un breve excursus, nobleza obliga: Exterminio es una banda legendaria de nuestro país que viene persistiendo y militando con las cadencias violentas del Grind Death Metal desde nada menos que 1989 hasta las postrimerías de los años 90. Tras un breve interregno de inactividad, la banda vuelve al ruedo en 2006 hasta la actualidad. Estamos hablando de más de 30 años de carrera, que no es poca cosa. Contar con una banda de esta envergadura redunda en la inauguración precisa  de una fecha que es sumamente importante para el Metal extremo de nuestro país. 

La banda abre la tarde de la manera más iracunda posible, con una introducción que anticipó el primer tema, “Hidden Assassin”. La voz brutal de “Il Tano Grippo” forzó el gesto de las primeras comisuras de odio y gracia en los semblantes del público presente. Le siguieron “Narcorporations”, “In the Line of Fire”, “Picala, peinala, tomala”, para la tribuna duracell de la noche, y “Soldiers of hate”. Los músicos lo hicieron asi durante casi 40 minutos de despliegue de violencia y brutalidad. Tal vez para demostrar que somos vanguardia en esto de provocar y agitar las cabezas. 

Se movieron los cimientos del local

El siguiente turno fue de su par deathmetalero Climatic Terra. ¿Quién quiere escuchar Arch Enemy si tenemos una versión local en el cono sur igualmente o más agresiva que aquella? Si así lo quisieran incluso, allí está el proyecto paralelo de su frontman, Doomsday Arch Enemy Tribute, pero no es esta vez el caso. La voz implacable y demoledora de Silvina Harris no escatima piedad a la hora de vociferar odio. El contraste de su esbelta figura y la brutalidad de su voz hacen una conjunción doblemente violenta, acompañada de manera eximia por sus compañeros, Gabriel Serpente en viola, Leo Baez en bajo, Gonzo Saavedra en batería y Pablo Harmäz en guitarra, quienes, juntos, hicieron conmover los cimientos de un salón ya bastante lleno. 

Así lo hicieron con canciones infaltables de su repertorio, como “Liars”, “Pollution” de su primero disco “Earthpollution” de 2011 y “Expansion of Fire” (de su primer videoclip oficial), con un cierre atiborrado de alevosía y Death Metal.

Satán II: misil nuclear y under Black Metal

Antes de la salida del príncipe cansado, era el momento de un poco de Black Metal. El aire ya estaba denso y un halo de maldad se concentra en el aire del salón. Su persistencia toma forma y energía propias y empieza a contagiar, por ósmosis, a todos los presentes. Un grito desaforado de una persona ubicada, impertérrita y firme, en la valla, anuncia: “¡Síiii, esto que se viene es la esencia del Black Metal!!!”. Desencajado y fuera de sí, lo repite dos, tres veces. En un silencio que anunciaba la materialidad de la maldad por venir con Nuclear Sathan, la banda del sur del conurbano bonaerense. 

Siendo las 20.42, salen, sin mostrar acaso un ápice de humanidad, cuatro verdugos con corpse paint en sus semblantes, más un médium invocador del Señor. Este, lento pero con devoción absoluta, alza el cráneo de un macho cabrío. Apenas se le veía la cara, de gesto adusto y alienada por el ritual en ciernes. Arrancan con el primer tema y, desde el público, no podemos creer el despliegue de blasfemia que está produciendo. No hay impostura, no hay pose: la maldad sale, ponzoñosa y bífida, de forma natural, pura. El cuerpo de quien encarna la voz (Zelaya) se arquea, no se sabe si de dolor o posesión. Mientras, alienado, vociferando el segundo tema: “¡Posesión Belcebú!” y varias veces “¡¡Agónico!!” en el tercer tema. 

Cierran con “Oscuros ancestros” de una forma increíble, donde la pregunta era evidente: ¿Cómo superar tamaño despliegue de blasfemia y maldad? La banda, inhumana, se despide como entró: misteriosa, blasfema y ladina. 

Gélido y oscuro rey del norte

“Libera me, Domine, de morte aeterna, 

in die illa tremenda” (Réquiem III – Giuseppe Verdi).

El terreno estaba yermo. Las bandas precedentes ya allanaron el camino. Es el momento, entonces, de la coronación del rey de las gélidas tierras noruegas. Antes, un excursus. El cansancio del príncipe, como relata Auerbach, es algo a veces inevitable. Se dejan de lado la etiqueta y el ceremonial de la realeza y ceden las pasiones bajas, el cansancio, la fatiga, la angustia y la tristeza. El rey quiere escabiar, ponerse del orto y, si pinta, no tocar un carajo. El vigor y el espíritu flaquean y se sobreponen la inseguridad, las pasiones tristes y las miserias. Todos, la mayoría al menos, sabrán de qué hablo. No podremos olvidar jamás este suceso quienes vimos esa faceta de Abbath en 2019.

La tensión, por momentos, un poco se sintió. Detrás mío, uno balbuceaba algunos insultos en voz baja, tanto menos por bronca que por ansiedad acumulada. Todos esperábamos una revancha, un concierto de Black Metal. 

Sin embargo, el cerradón de bocas fue alevoso: al escenario sale la banda alrededor de las 21.40 y el Abbath que se advierte allá arriba es soberbio y malvado. ¡Es el retorno del oscuro rey del norte! El público empieza a gritar y a agitar los puños, mientras comienza a sonar la introducción que precedería a la primera canción de esta noche increíble: “Acid Haze”. 

Ya para el siguiente tema, “Dream Cull”, un círculo se abre en el centro frontal del salón, a la vez que un grupo de vikingos comienza a sacudir las bases mismas que soportan el lugar. Uno de ellos, particularmente, de al menos dos metros de altura y una campera con un parche gigante de la bandera de Noruega, literalmente agarra a las personas y las arroja contra otros cuerpos. El frenesí es total y las cadencias malaleche de Abbath orientan la excitación de un público entregado a una noche de invernal black fvcking metal. Así continuaron con temas como “Hecate”, “Ashes of the Damned”  y la canción de su disco homónimo y objeto de su gira, “Dread Reaver”.

Un momento álgido se vivió con el repaso de los temas de Immortal, como no podía faltar. Arrojando birra al público, Olve Eikemo nos pregunta si nos sentíamos inmortales esa noche. Eufórico, el público le grita y empieza a vitorear al unísono ¡Immortal! La velocidad, los blast beats y la ululante voz rasgada de Eikemo hicieron retornar al sonido crudo, gélido y solemne que tiene el trve black metal. Un odio puro destructivo contra Este-Mundo, con invernal voluntad guerrera. ¡Y todo esto cantado por su legítimo vocalista y guitarrista, esta vez en sus cabales de rey oscuro del norte invernal! Así pasaron “In my Kingdom Cold”, “Beyond the Northwaves” y “One by one”. 

Ya hacia el final de la noche, y con los brazos en el aire al culminar “Fenrir Hunts”, Abbath anuncia que la próxima canción es para todos los guerreros presentes en el salón: Warriors”. Pero quedaría lugar para un tema más, un cierre infernal y violento con “Endless”. “Phoenix rise and conquer time / Temper fate / Reclaim the zeitgeist in its prime / Rejuvenate [El Fénix se levanta y conquista el tiempo / Destino temperamental / Recuperar el espíritu de la época en su mejor momento / Rejuvenecer]”, ulula, malvada, la diabólica voz de Eikemo. Y casi que pareciera autorreferencial porque, si no es así, efectivamente así se vivió: el retorno temperamental de un Abbath que, revitalizado y venciendo las tiranías del tiempo, volvió de las pasiones tristes para reconquistar su reino. Como en el réquiem de Verdi, la oración se hacía escuchar: ¡Líbérame, oh señor, de la muerte eterna, en este terrible día invernal!

Agradecemos la deferencia de la gente de Icarus Music, quienes nos brindaron, como siempre, el privilegio de asistir como medio de prensa acreditado a tamaño evento, sin el cual esto no hubiera sido posible.

Crónica: Nico Alabarces
Fotografías: Facundo Rodríguez

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Nicolas Alabarces

Licenciado en Letras (UNC) y actualmente becario CONACYT en Filosofía Política por la Universidad Autónoma de México (Xochimilco). Tomado completamente por las cadencias malaleche, escucha Metal desde chico, cuando un amigo le pasó un cassette con canciones de Maiden, Hermética, Slayer, Metallica y Sepultura.-

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