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Premios Gardel: ¿lacras o reconocimiento por omisión a Ricardo Iorio?

Es de público conocimiento la reacción de Daiana Iorio, hija del cantautor más importante de nuestra escena metalera local e iberoamericana, Ricardo Iorio. El motivo de su diatriba fue la omisión o, mejor dicho, la displicencia y la tibieza con que recordaron a su padre. Y a tan solo unos meses de su triste deceso. Para quienes no están al tanto, el siguiente fue su posteo en la red social Instagram:

Muy lejos de la pompa tumultuosa y grandilocuente con la que invierten tanta fuerza para montar tremendo espectáculo, el recuerdo de Iorio fue solo una fugaz diapositiva, junto con otros artistas fallecidos. Desde luego, nos resulta un motivo razonable y evidente para manifestar descontento y rabia ante un gesto tan magro y desdeñoso, desde una parte de un aparato de validación de nuestra producción cultural, como lo son los Premios Gardel. 

Podríamos estar hablando aquí de estos premios, como también de los Premios Konex o, por qué no, de los Premios Grammy. Son todos operadores y máquinas de reconocimiento. Que, nos guste o no, validan, reproducen y polinizan esquemas de experimentación estética. Los cuales luego se traducen en pautas de consumo muy concretas y, por lo tanto, en circuito de intercambio de commodities. También en criterios de fijación y cristalización de gustos y subjetivaciones concretas. Esto es un hecho indiscutible. A todos estos operadores de reconocimiento, muy poco les importa establecer criterios más o menos objetivos, para tomar decisiones acerca de cuál fue «la mejor canción del año», “el mejor artista del año”, “el mejor disco del año”. Todos sintagmas y cadenas significantes completamente vacías en sí mismas. 

¿Existe acaso algún criterio objetivo para establecer esto?

Podría responder rápidamente que sí (porque así lo creo). Pero esta discusión excede con creces la razón de esta nota. Sólo me voy a limitar a advertir que si el Metal (como género musical y forma de entender y experimentar la vida) tiene un carácter de vanguardia es tanto menos por su calidad musical y su ejecución técnica, ciertamente inobjetables, cuanto por su dimensión ideológica: siempre disruptiva, polémica, contestataria y, en cierto sentido —y como corolario—, desinteresada en los aparatos de reconocimiento.

Pero no por capricho, o por un sesgo de quien escribe. Sino porque históricamente esas fueron sus condiciones de producción y de posibilidad histórica de emergencia. Desde luego que puede haber excepciones, como a toda regla, y que las condiciones de producción y manufactura del capitalismo realmente existente de hoy puedan hacer emerger nuevas formas de producción y de manifestación del género. Lo importante es poner de relieve que, así como sucede con el hardcore y relativamente con el punk, el Metal es un género cuya potencia está en mantenerse en su principios generales de aparición y constitución, como género disruptivo, y que son, en última instancia, su razón de ser. 

iorio nuevo tema

Los circuitos de consumo del Metal siempre pasaron por otros canales, por otras vías. Bien distintas a la de la cultura musical mainstream. No por ello menos válidas o menos masivas. Pero sí lo suficientemente distinguibles como para saber que es poco probable que las Usinas Mercadorcráticas de Fijación del Gusto estén atentas a las vicisitudes, las desavenencias y los desarrollos del Metal en general en el mundo. Salvo que adviertan que pueda ser un gran negocio para ellas. Porque si acaso hay UN solo criterio plausible para ellos es, sin duda, ese: la ganancia y el lucro.

¿Premio o castigo?

En este marco, ¿es una omisión lamentable la displicencia con que recordaron a Ricardo Iorio en los Premios Gardel o es, en todo caso, algo ciertamente esperable y, por ello mismo, hasta celebrable? En otras palabras, si la omisión, el ninguneo y el encono contra el Metal en general fue histórico y sistemático, ¿por qué deberíamos ir a llorarle un reconocimiento fatuo a quienes siempre les chupó un huevo? 

Ricardo Iorio

El desprecio se entiende y la ira de Daiana es comprensible, hasta la compartimos. Pero figurémonos lo siguiente: un Iorio admitiendo un premio o reconocimiento en la misma línea significante en la cual es premiada y reconocida Lali Espósito, Lit Killah, El Duki y Miranda. Sería cuanto menos bizarro y absurdo. En ese mismo sentido, postular una presunta “sinarquía musical”, como declaró en sus redes la hija de Iorio, me parece conspiranoico y directamente bizantino.

No le conferiría tanta trascendencia y racionalidad operadora a una caterva de yuppies. Los mismos que apenas siguen el dictado del mercado, como un estímulo-respuesta, y obnubilados con la guita, el éxito y la “novedad”. Sin embargo, hubiera sido al menos un gesto de deferencia y reconocimiento objetivo a quien agrandó con creces el acervo cultural de nuestro país, le guste o no la gran obra de Ricardo Iorio

La cultura nacional, como decía Hernández Arregui, se hace a base de persistencias ingeniosas que dejan una huella singular e irreductible en el ser nacional. Creemos, sin duda, que Ricardo labró como nadie esa huella. No podríamos decir lo mismo de quienes son figuritas repetidas de dichas premiaciones. Cuyas condiciones de emergencia respondieron más a caprichos mercadocráticos y dinámicas propias del capital. Y el tiempo y la Historia siempre se encargan de ratificar esto. ¿Quién se va a acordar, dentro de 10 o 25 años, de Lali o los traperos de hoy? 

Creo, en suma, que de algún modo la falta de dedicación en el reconocimiento a Ricardo Iorio por parte de esta gente, sus referatos y sus comités decidores —con todo lo que hemos visto que significan— fue paradójica y pírricamente un reconocimiento en sí mismo. Nunca esperamos nada de ellos. Nunca quisimos nada de ellos. Y nunca vamos a ser parte de esa pantomima triste y grotesca de la que estos arlequines participan. Parafraseando al gran marxista Terry Eagleton: Ricardo Iorio queda; el posmodernismo y la pelotudez pasan

caudillo nacional
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Nicolas Alabarces

Licenciado en Letras (UNC) y actualmente becario CONACYT en Filosofía Política por la Universidad Autónoma de México (Xochimilco). Tomado completamente por las cadencias malaleche, escucha Metal desde chico, cuando un amigo le pasó un cassette con canciones de Maiden, Hermética, Slayer, Metallica y Sepultura.-

2 comentarios en «Premios Gardel: ¿lacras o reconocimiento por omisión a Ricardo Iorio?»

  • No hay mas palabras acertadas que las de esta nota con respecto al ninguneo a Iorio. Pensemos que en ese contexto, salió como «mejor disco de Metal» el de una caterva de yuppies que sólo les importa lo repentino y espontáneo de la cadencia decadente propia de este capitalismo tardío. Y «ganó» (si se permite tamaña hazaña) sobre la música de otros grandea propios del género, cómo lo son Malón y CTM. Que, además (y no creo que sea mera coincidencia) fueron compañeros artísticos del gran Ricardo Iorio.

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  • Se empezó a escuchar el am después que falleció,!!!!…era mi primo hermano ,su mamá es la unicade de los hermanos 13 hermanos

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