Sodom inició la Tercera Guerra Mundial en el Teatro de Flores

Los germanos de Sodom tocaron en el Teatro de Flores en una fecha que quedará para la posteridad en la historia del metal extremo en Argentina, con una gran afluencia de gente (en sold out + 1) y nueve bandas que hicieron una noche atiborrada de metal, frenesí y malaleche. Desde Vientos de Poder, te contamos todos los detalles de un festival inolvidable. 

Es una tarde apacible en la ciudad de Buenos Aires. El sol pega limpio, pero el clima es amable, lo suficiente como para ir en remera. Es una fecha que convocaba muy temprano, a las 17. Pero cuando la manija arrecia, no importan la hora que sea.

Primer bloque: representación local (y del cono sur)

La primera banda en salir fue Hermostra, con una propuesta ciertamente muy original y demoledora, y un sonido implacable. Debe hacerse una mención especial a la cuña de potencia de esta banda conformada por Marge y Leu Hidalgo en viola y voces, Any en bajo y Orne en batería. Máxime en una escena en la que han proliferado bandas de mujeres, pero que, nobleza obliga, no han tenido la visibilidad que ciertamente se merecen. Hermostra demostró, con soberbia, una gran solvencia, un sonido poderoso y una soltura envidiable en el escenario.

La banda desplegó su talento por casi 30’ de show, con cierre demoledor tocando “Slave New World”, de Sepultura. No hace falta poner el ojo en referencias consagradas como Nervosa cuando tenemos una representación local con una propuesta ciertamente con la misma calidad o mejor. Y esperamos, por lo mismo, que este sea un primer antecedente auspicioso para incorporar a otras bandas del under a fechas de esta envergadura.

La segunda banda en salir fue la de los hermanos chilenos de Dekapited, cuya performance habla por sí sola. Puro thrash metal directo al cráneo en clave anarka. Se da la curiosidad que Dekapited toca el 10 de septiembre, en las vísperas de los 50 años del golpe a Salvador Allende en Chile. Y no fue menos la ocasión para desplegar su lírica combativa y de acción directa acompañada de un sonido destructivo, con temas como “Muerte”, “Putecracia y Estado” (desde la multitud se escuchaban diatribas contra Mieli al momento de finalizar este tema), “Nacidos del odio” y “Policía bastarda”. 

Para entonces, con las presentaciones de Hermostra y Dekapited todos nos preguntábamos cómo íbamos a aguantar en una fecha que prometía una escalada de metal y violencia sin límites. 

Thrash metal tranqui 120

A las 18.10 sale la siguiente banda prevista para la tarde. Los favoritos de la representación local, la gendencia thrashera, la fiesta, la velocidad y el escabio: Tungsteno. Como no podía ser de otro modo, arrancan con “Vino y velocidad” para que la turba comenzara enseguida a hacer un circle pit clásico en las fechas de esta banda. Gabo, el cantante, sale con una copa del mundo que chorreaba birra, agitando y cantando con una voz única e inconfundible. Le siguieron “Régimen de violencia”, “El escuadrón del thrash” y “Te-thrash”, cinco temas en los cuales el público nunca dejó de moverse y hacer mosh, ¡pero tampoco arriba del escenario! Todos los miembros de la banda saltaban, corrían de acá para allá y hasta bailoteaban. Una verdadera fiesta de la velocidad, la aceleración y, como les gusta decir a ellos, sucio metal.

El siguiente fue el turno de Reinará la tempestad, con un ya galpón atiborrado de gente completamente tomada por las bandas precedentes. Quienes estábamos ahí pudimos comprobar cómo se nos ponía la piel de gallina cuando la bata arrancó anticipando unos de los clásicos de «Oíd, mortales, el grito sangrando»: “Muerto en la calle”. Como si fuera poco, sentir la voz de Hugo Benítez y ver a Eddie Walker en el bajo tocó las fibras más sensibles, algo que debe haber hecho flaquear a más de un nostálgico. No fue menos con otros clásicos como “Violados y devorados”, “Ardiendo en llamas” del disco homónimo o “Solución suicida”. 

Segundo bloque: un poco de death metal 

Era el turno del segundo bloque de esta fecha que finalmente devino festival por la cantidad de bandas y, desde luego, la envergadura de muchas de ellas. Estamos hablando concretamente de Purgatory, la primera de ellas en salir a escenario. Fue con una propuesta de death metal muy potente y con algunos arreglos que lo hacen virar, por momentos, al melodic death metal. Oriundos de Nossen, Alemania, el cuarteto germano desplegó un show deslumbrante a puro death metal con un público frenético que no paraba de hacer headbanging. Demostraron, con una soberbia implacable, el lexema que rezaba en la pantalla gigante: “Spreading the plague since 1993 [Esparciendo la plaga desde 1993]”. 

Los replicaron con el mismo ahínco y la misma energía destructiva los suecos de Defleshed quienes también brindaron un show de casi 45’ sin parar. Para entonces, el público desbordaba voltaje por todos lados.

En ese marco de ansiedad, sale la penúltima banda de la noche, los americanos Immolation, quienes tampoco escatimaron violencia. Desplegaron durante casi una hora, una verdadera lección de tecnicidad, brutalidad y death metal. 

Sin lugar para la paz

Todos estábamos esperando el momento cúlmine de esta fecha sin precedentes, la llegada de Sodom. Una banda que marcó un punto de inflexión en la historia del thrash metal a escala de sistema-mundo. Que construyó, como ninguna otra, todo un universo estético vinculado a la literatura bélica. Y ahí estábamos todos, después de casi seis horas de mosh y headbanging con ocho bandas espectaculares. Esperando los tiros finales de la guerra de una banda en ocasión de sus 40 años de batalla bélica. 

Y lo hace de la manera más triunfal, sin prolegómenos, ni intro ni nada. Directo al combate. Una bomba de napalm que cae sin avisar y esparce el fuego. Se abre el telón y comienza a sonar “Among the weirdcong”, haciendo temblar no sólo los propios cimientos de El teatro de Flores, sino de toda la ciudad. Que allá afuera sepan que acá está tocando Sodom y que estamos dispuestos a acabar con todo. Cada segundo que pasa es una metralla que dispara. Así pasó a continuación con “Sodomy and lust” del demoledor «Persecution Mania». No podía faltar un pasaje a un momento particular de la historia de la banda, con “Reincarnation”, del «Tapping the Veins«, un disco que parecía que intentaba surcar los caminos del death, aunque sin abandonar la impronta belicosa del thrash que siempre la caracterizó. 

La banda tuvo la posibilidad incluso de repasar clásicos infaltables como “Sodom and Gomorrah”, “Sing of Evil”, el legendario  “Agent Orange” del disco homónimo y mechando un corte con “Surfin’ bird” donde el circle pit fue tan grande y alevoso que parecía que se venía todo abajo. De pronto, dejan el tema a la mitad para que, en silencio sepulcral, Tom Angelripper dedicara unas pequeñas palabras al público: “No puedo creer lo increíble que lo están haciendo. Se están pasando”. Para inmediatamente pasar a tocar “Tired and Red”, “Caligula” y “Remember the Fallen”.

Una verdadera guerra que abrió frentes en todos lados y que puso en evidencia el calibre de plomo de una banda que será recordada como las más belicosa del thrash metal. 

Crónica: Nico Alabarces
Fotografías: Facundo Rodríguez

Agradecemos a Marcela Scorca de Icarus Producciones, por permitirnos asistir como medio de prensa acreditado.

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Nicolas Alabarces

Licenciado en Letras (UNC) y actualmente becario CONACYT en Filosofía Política por la Universidad Autónoma de México (Xochimilco). Tomado completamente por las cadencias malaleche, escucha Metal desde chico, cuando un amigo le pasó un cassette con canciones de Maiden, Hermética, Slayer, Metallica y Sepultura.-

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