El Heavy Metal en los años de plomo: Genealogía del Metal argentino en el período de la (post)dictadura

I. Antes, una caracterización histórica

Los años 60’ y 70’ fueron décadas convulsas de fuertes tensiones, conflictos y acontecimientos que marcaron un punto de inflexión en todo el mundo. En la postrimerías de los años 50’, con la Revolución cubana de 1959, se inaugura un período de grandes revueltas en toda América Latina, un espíritu de época que les proporcionó el vigor a los pueblos de todo el continente para hacer frente a siglos de colonialismo tardío, opresiones, dependencias económicas e injusticia social. Con ello, se comienzan a generar las condiciones para la emergencia de organizaciones y agrupaciones de izquierda con la voluntad política de construir un bloque de poder alternativo y de oposición a las direcciones del Capital que hasta entonces venían digitando las potencias europeas, el imperialismo yankee y todas sus usinas usurarias con la colaboración y la anuencia de las oligarquías y los agentes locales.

Más allá de la conquista del poder en estamentos de la realpolitik (Salvador Allende en Chile, Héctor Cámpora en Argentina, Obregón Cano en la provincia de Córdoba, el MNR en Bolivia, el movimiento Tupamaros en Uruguay, etcétera) e independientemente de la adscripción y valencia partidaria, por su alcance y potencia histórica se asistía a un período de organización obrera y sindical sin precedentes en América Latina. 

El temor del Capital y el imperialismo yankee por este avance empuja y acelera su intervención en “territorio rojo”, tal como lo documentan los archivos escritos por el entonces Secretario de los Estados Unidos, Henry Kissinger, impulsor e ingeniero principal de la “Operación Cóndor”, un plan de campaña para desestabilizar, neutralizar y eliminar a las organizaciones populares que luchaban en sus países por la construcción de una patria más justa y para los de abajo.

Desde luego, Estados Unidos se aprovecharía de sus depositarios y vicarios locales para operar en dichos territorios mediante el apoyo económico, técnico, logístico, militar y todo el aparato de los think tanks del imperialismo para desestabilizar a los gobiernos de la región, tal como se documenta en el golpe a Allende de 1973. Lastimosamente, Argentina sufriría el mismo sino cuando el 24 de marzo de 1976, mediante un comunicado de las Fuerzas Armadas, con el apoyo y la anuencia de asociaciones civiles, partidos políticos, sectores empresariales y la Iglesia, se anuncia por Cadena Nacional la intervención del entonces bastante alicaído gobierno de Isabel Perón, dando inicio a uno de los genocidios de clase más cruentos de nuestra historia que se extendería hasta 1983.

II. Metal argento: cultura popular y espacio de resistencia

Desde luego, las producciones culturales y, particularmente, la música no serían ajenas a estos eventos. Con la dictadura militar en ciernes, las posibilidades de producción y difusión musicales eran realmente desfavorables. No obstante, los ensayos y conciertos en sótanos, junto con otras astucias de parte de los artistas, permitían y sorteaban las coerciones proscriptivas y la persecución cultural e ideológica de la dictadura. 

Si bien son múltiples las líneas musicales que en ese momento se desprenden, podríamos dividirlo en dos campos bien antagónicos: por un lado, las bandas que se vinculaban más a la experiencia y el consumo de ciertos elementos residuales del hippismo que llegaban fagocitada y tardíamente a nuestro país exportados directamente de Estados Unidos, tras la experiencia del movimiento hippie que se oponía a la guerra de Vietnam.

Esta estructura de sensibilidad musical cautivó y alienó por completo a una dispersa clase media y alta, más preocupada por imitar la pantomima teatral de las flores y el amor del hippismo yankee que en combatir y luchar contra un estado de opresión flagrante que entonces atravesaba nuestro país. El ejemplo cabal lo había anticipado la ridiculización del militante guerrillero que caracterizan en el documental de “Rock hasta que se ponga al sol” de 1973 y que se termina de catalizar y constituir con un Piero cantando “Manso y tranquilo” y arrojando flores al público en el BA Rock ‘82, un arco narrativo que resume 10 años de displicencia histórica, conformismo y banalidad.

Por otro lado, y en una respuesta asqueada contra aquel movimiento, comienzan a aparecer proyectos musicales que van a hacer del gesto de odio contra el hippismo. Una plataforma de protesta y agitación del descontento económico, político y social de ese momento. Es en ese marco que emerge una de las bandas que marcará un diktat para siempre en nuestro país en lo que respecta a bandas de metal pesado, V8.

Si bien un ya potente y consolidado Riff había allanado y trazado un camino de transición del rock al heavy metal merced a influencias musicales que brotaban de la escena del rock inglés, en el marco de una segunda oleada de bandas que conformaban la escena heavy conocida como “New Wave of British Heavy Metal” —cuyo significante incluía a bandas ahora emblemáticas como Iron Maiden, Judas PriestBlack Sabbath y Motörhead—, V8 termina por explotar y constituir el sensorium metalero de la época, cuyo origen es el punto de partida de toda una pléyade de bandas actuales que aún hoy, directa o indirectamente, abrevan del mismo lugar. 

El sonido pesado y la lírica combativa y agresiva de V8 comenzó rápidamente a interpelar a un sector plebeyo de la juventud argentina. Una juventud descontenta con la dictadura y hastiada del hippismo careta clasemediero, lograba identificarse con la banda, puesto que que hallaban en ella una forma y un bloque de resistencia cultural frente al contexto altamente represivo desplegado por el gobierno de facto. “Basta ya de engaños / el presente es dolor / y yo vivo, la realidad / y de ella, es mi reacción / Pues estoy cansado del llanto, que nunca algo me dio, de la calma, y la paciencia, ante la represión» (“Momento de luchar” – V8).

V8 nomina un sujeto político nuevo, el joven obrero metalero que es completamente ajeno a la fantasía que experimenta la clase media hippie (que luego devendría pop, que luego devendría reggaetón, que hoy devino trap, y, dada su volatilidad veleta de la moda, así ad infinitum), y escenifica un estado de época en decadencia e insoportable, una dictadura militar represiva, asesina y regalpatria. 

De ese modo, el eje de la enunciación discursiva de su lírica estará puesto en la canalización del descontento social por el efecto de (sobre)vivir en una sociedad signada por la censura, la persecución y la represión. Así lo expresa en clave alegórica “Torturador”, uno de los temas de su primer disco:

Ya se murió el molar / Sucumbe tu voluntad / Tu desesperación / Te ayuda a enfrentarte / A ese profesional / De la tortura bucal / De la sutil inyección / Escuchar y escuchar / Toda su simple versión / Tu temor, tu dolor / No importan a un profesional / Y sus años de facultad / Y sus años de aprender, conmigo / Abrir la boca / No ver nada en la luz / Y un gotear de terror / Madre del dentista / Y la parrilla, un triste principiante / Confesá, ¿Cual pasta dental es la que usás? / ¿Quién te la dio? ¿Quién te la vendió? No es un tipo normal / Lo voy a mandar a buscar / No sabe de belleza dental

En este sentido, y tal como los sostienen los compañeros de GIIHMA (Grupo de Investigación Interdisciplinaria sobre el Heavy Metal Argentino), la emergencia y la constitución del metal argentino tiene un origen eminentemente combativo y plebeyo que debe leerse tanto menos como contracultura under cuanto como manifestación de la cultura popular. 

III. Luchando por el metal y por la clase obrera

La dictadura genocida y vendepatria del ’76 implicó el golpe más duro que sufrió el campo popular argentino durante todo el siglo XX. Según los trabajos del historiador Omar Acha (2019), más del 70% de las personas desaparecidas durante la última dictadura militar eran obreros, cuadros y militantes sindicales, de modo que se trató de un plan sistemático de persecución, tortura, desaparición forzada y asesinato eminentemente de clase. Desde 1983, con el retorno de la democracia, hasta el día de hoy, los efectos de dicho período histórico son inconmensurables dado el continuum de saqueo, entreguismo y opresión que, aun en democracia —el wishful thinking de la clase media bienpensante y la intelligentzia pequebusa—, le sucedieron a la dictadura. 

Sin embargo, el ethos discursivo del Heavy Metal argentino, en períodos de postdictadura, siguió manteniendo un dispositivo de combate que continuaba escenificando musical y estéticamente los saqueos al país, las explotaciones a los jóvenes obreros del conurbano y las provincias argentinas y las miserias de una sociedad que seguía obnubilada por las banalidades de la moda de turno. “¿Por qué será que aún es esto posible de ser?”, se pregunta el narrador de “El pibe tigre”, uno de los himnos de Almafuerte, cuya canción retrata una Argentina postdictadura signada por el hambreo y la desocupación producto de la corrupción política, el negreo empresarial, la mafia de la cana y el poder judicial. Uno observa los acontecimientos actuales y, lastimosamente, advertirá que este aciago escenario no ha cambiado demasiado. 

Pese a las precisiones y las características de cada proyecto de banda, que son únicas e irrepetibles, desde Hermética, con «Ácido Argentino» —el disco definitivo de todo el cono sur y de toda América Latina, una obra maestra inigualable de poesía y ontología obreras—, Horcas, con «Reinará la tempestad»  y «Oíd, mortales, el grito sangrando» y, ulteriormente, Almafuerte, con «Mundo guanaco», «Del entorno» y su disco homónimo, hasta Malón, con «Espíritu combativo» y «Justicia o Resistencia».

O bien Tren Loco, la banda de resistencia que mejor expresa la cultura piquetera, la desocupación y los sucesos del 2001, hasta Nepal, con sus letras de resistencia ante la represión, el ecocidio y el genocidio con discos como «Raza de Traidores», «Ideologìa» o «Manifiesto», el Heavy Metal argentino siempre significó una trinchera de resistencia con una fuerte identificación con los de abajo. Y hasta que la realidad no cambie por completo, esa trinchera seguirá activa en su lucha.

Compartir:

Nicolas Alabarces

Licenciado en Letras (UNC) y actualmente becario CONACYT en Filosofía Política por la Universidad Autónoma de México (Xochimilco). Tomado completamente por las cadencias malaleche, escucha Metal desde chico, cuando un amigo le pasó un cassette con canciones de Maiden, Hermética, Slayer, Metallica y Sepultura.-

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *