Crónicas

El sol ha fallado: Marduk eclipsó El Teatrito

Hyperión, dios de la luz, ha caído. Sucumbió ante el manto total de oscuridad que desplegó Marduk en El Teatrito. Desde Vientos de Poder, asistimos a la caída del reino de la luz y te revelamos los detalles más espectaculares de la noche.

Lánguido sol de la tarde

Son las seis de la tarde. La convocatoria es temprana. Cada vez más. La primera banda está prevista para las seis y cuarto. Las postrimerías de la primavera no colaboran. El día está soleado: mucha luz para un día que toca Marduk. Pero es una luz ominosa, la que, persistente y absurda, intenta escamotear la entropía destructiva del mundo. La noche siempre se sobrepone. Sin lugar para la luz, ni la esperanza ni la alegría. 

La primera banda, Dios Serpiente, sale a las 18.25, apenas 10 minutos después de lo previsto. Se abre el telón y, al escenario, sólo sale una persona, cubierto por una capucha que escamotea su semblante oscuro. Es un nazgûl, un one man metal que, con su bajo, imparte las primeras cadencias oscuras y solitarias de la noche. 

El nazgûl se arquea con el dolor de un cuerpo que no soporta el peso de la existencia en el mundo. Oblicua y ululante, su voz acompaña el sentimiento como una sola cosa inconsútil. La atmósfera se concentra en un núcleo de maldad bífida, como la lengua de la serpiente que se muestra, imponente, arriba del brujo ululante: un crucifijo enorme de huesos invertido que soporta el micrófono. 

El resplandor de la cruz invertida no es más que una débil luz vacilante, cruciforme. Las sombras vuelven a cubrir el semblante escamoteado del nazgûl, haciendo de su rostro anónimo algo extraño y cruel. 

Tras cinco temas de una atmósfera taciturna y una oscura nostalgia envolvente, la primera banda concluye a las 18.50. 

Es el turno de C.U.L.T.O, la banda que está detrás de Depresor (Nicolás), quien, desde la provincia de Salta, viene militando las cadencias malaleche del black metal de 2019 a la actualidad. El dato curioso de esta noche es que la composición total de la banda que sale al escenario se hizo con integrantes de todas las latitudes argentinas: el batero es de Santa Fe, el bajista de Tucumán y el tecladista de Buenos Aires. Con apenas un ensayo el día previo a la fecha, C.U.L.T.O sale a las tablas a las siete y cinco de la tarde. 

El sintagma de la banda es de una devoción implacable: “Entrega tu alma a Satanás”. Con esa clave de lealtad blasfema, agravio a todo ápice de lo divino, voz estridente y violencia, irrumpe la banda. 

En la interpretación del cuarto tema, Depresor alza en su mano un corazón latiente, una ofrenda a la divinidad tanática. Se sintió, de pronto, una debilidad que vino de afuera: el sol comenzó a flaquear. 

La conjura contra la luz culmina con el último tema de la banda, “Luna siniestra”, con la risa sádica de Depresor que celebra la caída de Hyperión. 

Sol negro

Aún restan dos bandas más antes de la salida definitiva de los suecos. Es el turno de Wolves’ Winter y Matan S. A. 

Son las 19.57, horario en que sale la manada de Wolves’ Winter con una apuesta imponente. El cantante de la banda aparece, impertérrito, con la investidura del Dios de los muertos y la corona de los caídos. Inmediatamente comienza a sonar la introducción que anuncia la inauguración de la gélida violencia esteparia: “Eclipsed by Fire”. Le siguieron cuatro interpretaciones más que arreciaron el simbolismo herético y aceleraron la muerte de la luz: “Satvrnian Manifest”, “The Splendour of Sulphurous Knowledge”, “Gnosis of the No-Light” y un cierre implacable con “Mallevs Maleficarvm”. Una performance alevosa de herejía que ratifica que el under del black metal argentino está al nivel de producciones de otras latitudes del mundo. 

Es el momento de Matan S. A., que trajo el segundo dato curioso de la noche. Luego de haber estado tocando, el mismo día, en la fecha de Obscura,  los integrantes de Matan S. A. salieron, raudos, para presentarse en el cierre de las bandas que precedieron a Marduk. Y fue algo que se notó, por la virulencia con que irrumpieron en el escenario, ya envalentonados por su aparición anterior. 

Momento antes de que aparecieran, una voz familiar comenzó a sonar en los altoparlantes: las voces del entrañable e ídolo total y definitivo del metal nacional y del cono sur latinoamericano, Ricardo Iorio. La introducción, a modo de homenaje, concluye, con un fragmento de “Destrucción”, la tesis-fuerza e himno de V8.

Inmediatamente después arrecia la pulsión asesina de Matan S. A., con un Wata (Adolfo Victoria) que nos sentenciaba la muerte con gestos de degüello. Con esa brutalidad arrancaban tocando “Vuelvo a saciar mi sed”. Le seguió “Los odio”, “Enveneno la vida”, “Pierdo el control” y “Psicología de una mentira”, que para entonces suma a una invitada, una suerte de condesa Bathory local, que deja atónito al público con la contrastante brutalidad de su voz y la etiqueta ceremonial de su vestimenta victoriana. En “Panic Attack”, el doble bombo de la bata expresa la sinécdoque perfecta que acribilla las almas de los presentes, mientras Wata apunta con un arma. La pulsión del odio enajena al público y la intención de sucumbir a todos en la muerte es real. 

Un sonido de ambulancia anuncia el último tema. Y parece ecuánime y oportuno, porque, para entonces, el salón prendía la pulsión pirómana y el odio eclesiástico, cerrando la violencia matancera con “A decapitar”. 

Ya estaba todo listo. El eclipse despliega su ocultamiento.

Eclipse total

“It’s cold in my veins

The sun has failed ascending from the crypts

Driven by hunger so strong

I am one with the night” (“The sun has failed” – Marduk).

I. En Sol negro, depresión y melancolía, la ensayista y filósofa búlgara, Julia Kristeva, expone una idea revulsiva contra la celebración de lo alegre y la invitación del capitalismo tardío a disfrutar una vida anodina de felicidad, a saber: pensar las pasiones tristes y melancólicas como entropías potenciadoras de la experiencia. Se trata, en suma, de que no siempre las pasiones alegres, al decir de Baruch Spinoza, son equipamientos que incrementan las potencias del cuerpo. Dice la filósofa de la oscuridad: «Hay una tendencia del ser humano a la fragmentación y a la desintegración como expresión de la pulsión de muerte. La tendencia a la desintegración, a caer en pedazos, a la angustia de ser destruido desde adentro se mantiene.»

¿Pueden el universo de las elegías oscuras y las cadencias melancólicas e impías del black metal vehiculizar instancias de goce y disfrute, nuevas formas de experimentar sensaciones potentes? 

II. Lo anterior es algo que pensaba en voz alta mientras esperaba la salida de Marduk, en una ansiedad que se contagiaba por ósmosis en el ambiente, ante los gritos de público que, enajenado, vitoreaba a la banda. 

Una vez sale Marduk al escenario, hace explotar el ahínco del público, que prorrumpió en herejías de frenesí. La voz de Rostén vocifera las primeras conjuras de la noche: “Ride now on fast horses, With swords drawn let steel meet steel”. Como si anunciara la belicosa salida de los 4 jinetes del más blasfemo y controversial black metal. 

A esta salida de implacable decreto de guerra, le sigue “Viktoria” de su trabajo homónimo, seguido de uno de los himnos de la banda, “The Blond beast”, el tema que recuerda la voluntad de poder nietzscheana del superhombre ávido de muerte. 

El mosh desplegó su más álgida violencia luego, cuando comenzó a sonar “With Satan and Victorious Weapon”. 

Llegaba el momento para interpretar unos de los temas que integran su más reciente trabajo, y objeto de su gira, Memento Mori, con “Blood of the funeral”, ratificando, con soberbia histórica, una banda que no mengua en originalidad poética y brutalidad sonora. 

Luego de que un estrepitoso público estallara con “Wolves”, uno de los clásicos esteparios de Marduk, las luces del salón se prenden, siendo casi las 22.20, a la vez que el el cierre de telón parecía anunciar la culminación de una noche histórica para el black metal de nuestro país. 

Sin embargo, antes los gritos insistentes y al unísono de “Panzer Division Marduk”, la banda vuelve a salir al minuto para cerrar, este vez sí, una noche de pura iconoclasia y black metal, con un público tan extasiado que hacías las veces de mosh, otras de agite, algunos cantaban y hasta llegué a ver gente bailando. 

Una pregunta, más arriba, había quedado sin responder, pero la presentación de Marduk la responde por sí sola. Afuera, una comunidad de feligreses, desde sus sacras y lánguidas guardias, le implora a Dios el resguardo de sus vidas ante tamaño despliegue de maldad. Viktoria total del black metal.

Agradecemos la deferencia de Rueda de la Fortuna Producciones, quien nos brindó el privilegio de asistir a tamaño evento, sin el cual esto no hubiera sido posible.

Crónica: Nico Alabarces
Fotografías: Facundo Rodríguez

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Nicolas Alabarces

Licenciado en Letras (UNC) y actualmente becario CONACYT en Filosofía Política por la Universidad Autónoma de México (Xochimilco). Tomado completamente por las cadencias malaleche, escucha Metal desde chico, cuando un amigo le pasó un cassette con canciones de Maiden, Hermética, Slayer, Metallica y Sepultura.-

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