Sinfonía del ocultismo: la trilogía leviatánica de Therion
La banda regresó a Argentina y selló el liderazgo indiscutido en su género
Therion retornó nuevamente a nuestra comarca nacional y, como en su presentaciones precedentes casi sin excepción, no ha pasado desapercibida por la calidad y la profesionalidad de su espectáculo. Un show, en suma, que excede con creces la propia mise-en-scène musical para convertirse en un auténtico despliegue de talento lírico, poética ocultista y gramáticas filosóficas de las más variopintas. Desde Vientos de Poder, hemos tenido el privilegio de poder presenciar su nueva visita a nuestro país y te contamos, a continuación, algunos de los detalles de una noche atiborrada de emociones.
Sol negro: apacible tarde de vísperas primaverales
“Apacible tarde de vísperas primaverales”, comienza diciendo un poema del romántico alemán Friedrich Hölderlin. Describe, en una bucólica tardía, cómo se desarrolla, armónicamente, una tarde pastoril en los pacíficos campos de Osnabrück. Con esa parsimonia apacible caía la tarde en la ciudad de Buenos Aires. Un viernes atípico en la que la selva citadina parecía amainar y ceder ante un sol anaranjado que ya anunciaba la caída de la noche. Hiperión, sumo pontífice del sol, parecía descifrar, como en el poema de Hölderlin, gramáticas ocultas de un día singular. Emocionado y sugestionado, no puede no asociar esta exégesis con la presentación de Therion de esta noche.
Son ya casi las siete de la tarde, el sol se esconde completamente, pero todavía hay una temperatura amable de 18 grados. La cola para ingresar a Groove llega casi hasta la esquina de Plaza Italia. Se sentía, por ósmosis, la emoción y las expectativas de todos, que era sólo una.
Finalmente, a las siete abren las puertas y el salón comenzó a llenarse.
Presentación flamante y despedida
Con una estimable cantidad de personas dentro del lugar, aún con las luces encendidas, comienza a sonar una voz familiar, acompañada por el himno argentino. Es, nada menos, la voz del caudillo nacional Ricardo Iorio que, a modo de prolegómeno, anuncia el éxodo de la primera banda que precedería a la bestia salvaje: In Element.
La banda argentina formada en 2003 e integrada hoy por Charlie Oceans (cantante) Walter Damian (batería), David Hector Balboa (bajo) y Franco Bettoli (guitarra) sale a escena con una inauguración brutal que pone de relieve la presentación de su flamante último trabajo, “I am the Universe”, que fuera formalmente presentado el 6 de septiembre pasado en El Teatrito.
El público se encontró con la interpretación de varias canciones de este disco. Fueron muy bien receptados a juzgar por la interacción, aunque tímida, de una composición de gente mayoritariamente vinculada al universo del metal sinfónico. Como es característico de In Element, varios de estos temas tienen cortes y breakdowns particularmente potentes que convocan a cualquier cabeza a moverse. Sus temas cuentan con una insoslayable presencia de elementos hardcore que ya se advertían en sus discos anteriores. Tras los primeros tres, Charlie, además de contar sobre la presentación flamante de “I am the Universe”, nos anticipa que esta sería, posiblemente, una de las últimas presentaciones en el país. Saldrían del mismo para hacer una gira por Brasil junto a la banda de Death Metal Crypta. Era, para la banda, un día de celebración y de despedida.
Con esa doble sensación de festejo y, a la vez de retiro, continuó el show la banda para interpretar una balada y los últimos tres temas que dejarían la vara muy alta y las expectativas lo suficientemente aguzadas para recibir a la bestia rubia de Suecia.
Therion (en) Argentina
Hay una línea directa que une a Therion con Argentina y con América Latina; dos, en realidad. La primera es la incorporación, desde el 2010, del eximio guitarrista argentino Christian Vidal a la banda. No es menor que en una banda de casi cuatro décadas de recorrido, del alcance y el reconocimiento que ha labrado en todos esos años, haya nada menos que un compatriota que habla nuestra misma lengua y se ha colado como topo entre vikingos suecos.
La segunda y no menos curiosa es un puente literario que, sin querer, lo tiende Carlos Castaneda, el misterioso narrador peruano de ocultismo chamánico. No es un dato muy conocido el hecho de que Thomas Karlsson, el escriba depositario en quien Christopher Johnsson confió la letra de sus canciones, pertenece a la orden mágica de ocultismo “Dragon Rouge”. Lo anecdótico es que este grupo toma, particularmente, las exégesis y la hermenéutica ocultista del escritor peruano la composición de su poética lírica. Con esta impronta ocultista salen a escena la trinidad lírica Thomas Vikström, la increíble Lori Lewis y la española Rosalía Sairem. Acompañan Christofer Johnsson y Christian Vidal a las guitarras, Christopher Davidsson al bajo y Sami Karppinen en la batería. Therion abre el show con “Seven Secrets of the Sphinx”, de su álbum “Deggial”. Abajo, el público prorrumpió en gritos de emoción y exaltación.
Siguiendo con esta línea clásica, el segundo tema sorprendió con “Crowning of Atlantis”, de su disco homónimo de 1999. Estas dos primeras interpretaciones exacerbaron las expectativas de un público que ya estaba completamente entregado a las potentes cadencias sinfónicas de la banda. Los hipnóticos cantos líricos de las dos sopranos, parecían, por momentos, dos sirenas homéricas con poderes hipnóticos.
Antes de pasar al cuarto tema, toma la posta la cantante española de Alicante, quien sería la primera en hablar en una lengua común. En un límpido castellano ibérico, Rosalía Sairem cuenta que tocar en Buenos Aires es siempre una experiencia singular. No sólo por lo que pasa con nuestro público en sus shows, sino por nuestra cultura en general. No faltó que comentara la fugazzeta que se comieron con Christian el día anterior.
Con este breve excursus culinario, los miembros de Therion continuaron el concierto interpretando “Ruler of Tamag”, el primer tema de su último trabajo que concluye la trilogía leviatánica, “Leviathan III”. Sin embargo, nobleza obliga, este tema no pudo superar el frenesí que despertó la siguiente canción de su setlist, al cual Lori Lewis anticipó diciendo que es un tema que seguramente todos conocíamos. Se trataba nada menos que de la estrella del “Secret of the Runes”, “Ginnungagap”, un tema que, dicho sea de paso, no era interpretado desde el año 2005. Esto se debía posiblemente por la prevalencia pesada con reminiscencias de sus orígenes Death que este gran disco de 2001 tiene respecto de sus sucesores, y ni hablar de sus últimos trabajos, totalmente sinfónicos.
Un popurrí de clásicos y B-sides
La imponente escena de la banda sueca no paraba de escalar y sorprendernos con una ejecución magistral de todos sus integrantes. Con un impertérrito y absorto Christopher Johnsson que apenas tomó el micrófono para remarcar su emoción de estar tocando frente al público argentino (en un momento, hacia al final, nos provocaría comparándonos con el público mexicano y brasilero, pero aceptaría, sin populismos fatuos, la derrota implacable de nuestra energía), particularmente concentrado en brindarnos un espectáculo a la altura de la banda.
El concierto presentó una mezcla intrigante de éxitos populares de Therion junto a canciones ciertamente alternativas a su repertorio habitual. Pudo notarse cómo esta particular selección de temas provocó reacciones divididas entre quienes estábamos ahí. Sin embargo, inmediatamente con «Uthark Runa» hubo zonas de contacto entre el público en general. La actuación de esta primera sección del show incluyó a “Clavicula Nox” y “Typhon”. Aunque también se incluyó el binomio de la cosmogonía solar “Black Sun” y “El Primer Sol” con los corifeos en español, detalle que, como se sabe, siempre es muy bien receptado por el público hispanohablante.. Si bien se trata de dos grandes temas, nobleza obliga, aportaron poco al espectáculo en este segmento particular, dado que son relativamente desconocidos, salvo para un exiguo grupo de personas que no paraba de hacer pogo desde el tercer tema de la noche.
Con este temple, los suecos alternaban entre clásicos, lados B y algunas canciones de su trilogía. Continuaron con «Litany of the Fallen», «Eye of Algol», “Mark of Cain”, «Tuonela» y «Ayahuasca». Hubo, sin embargo, un punto de inflexión con la interpretación de “Wine of Aluqah” del “Vovin”, que volvió a acelerar el entusiasmo e intensidad generales y que culminó con “Nightside of Eden”. Desde entonces, con la quinta puesta, se podía dilucidar la segunda parte apocalíptica por-venir.
El cierre apoteósico de Therion
Era el momento de que Christian tomara el micrófono, que fue cedido por su frontman, Christopher Johnsson. En este momento, la conexión con el público fue total, dada la familiaridad lingüística que suscita su flagrante acento argento. En un breve excursus, además de hacer manifiesto su genuino entusiasmo por estar tocando en terruño originario, Christian cuenta que, cada vez que viaja, en los aeropuertos lleva, orgulloso, su pasaporte argentino con la leyenda “Campeones” en el pecho. “Hace 14 años que estoy de gira con Therion. Visité más de 60 países y nunca experimento lo que me pasa cuando vengo acá”, dice Christian, convocando los vitoreos de todo el salón.
Inmediatamente, comienzan a tocar “Quetzalcóatl”, un tema infaltable de sus repertorios latinoamericanos. En esta ocasión, la banda tomó decisiones muy acertadas en cuanto a su selección de temas. Optaron por interpretar «Lemuria», seguido de «Sitra Ahra» y, finalmente, cerraron con su emblemático himno, «To Mega Therion», una elección que resonó profundamente e hizo llegar el pogo y el headbanging a su cénit.
Tras retirarse, y luego de un muy breve lapso, las luces se vuelven a apagar. Quedaría tiempo para un bis y un par de temas más. El primero fue “The Rise of Sodom and Gomorrah”, cuya intro con el violín despertó de inmediato una de las emociones más potentes del público en toda la noche. Finalmente, el cierre apoteósico lo hicieron con “Son of the Staves of Time”, en un guiño, tal vez, a sus seguidores filogóticos (que ciertamente no eran pocos).
Agradecemos, una vez más, la gentileza y la deferencia de la gente de Icarus Music, por confiar en nosotros como medio de prensa, y sin las cuales jamás habríamos podido presenciar y disfrutar de tamaño evento.
Crónica: Nicolás Alabarces
Fotografía: Facundo Rodriguez