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Malmhaus, un viaje de fe y Metal

Un análisis de la película islandesa dirigida por Ragnar Bragason

En «Malmhaus (Metalhead)», una joven se encuentra atrapada entre el fallecimiento de su hermano y su propia incapacidad para salir adelante por sí misma. En su dolor, encuentra consuelo en el Black Metal y sueña con convertirse en una estrella de la escena.

Una historia que nace del dolor

La trama gira en torno a la vida de Hera Kárlsdottir, una joven de las afueras de Raikavik, proveniente de un pueblo de granjeros. Hera y sus padres cargan con la memoria de Baldur, el hermano mayor, fallecido durante un accidente relacionado con un tractor a los doce años. Entre coros evangélicos y un trabajo mecanizado, los padres encuentran un refugio para el dolor que les resulta insuperable con el paso del tiempo. Para Hera, con un camino errante, lleno de miedos e incomprensiones, su refugio es el Heavy Metal.

Malmhaus
Un ambiente lúgubre y desolado

Toda la película tiene un tinte frío, apagado y triste. La atmósfera densa refleja la tristeza de la familia, los pensamientos de la protagonista en pena. Muchos planos donde el paisaje no es más que una ventisca blanca acompañado del silbar del viento, o de silencios cortantes y angustia en las escenas familiares donde la memoria de Baldur se hace presente. La apariencia de Hera, quien toma como suyas las ropas de su hermano, sus posters y vinilos, hacen un constante recordatorio dentro de la casa sobre quien no está, sobre quien pudo haber sido, sumado a una constante decepción por la mala conducta de la joven de la familia, quien no logra desarraigarse de sus orígenes sin poder dejar atrás el recuerdo y hogar de su más cercano familiar.

Malmhaus
El Metal como catarsis

Un elemento crucial en la vida de Hera es el Heavy Metal. Heredado de su hermano, mantiene vivo su recuerdo haciendo propios los gustos musicales, instrumentos, vestimentas y componiendo su propia música, al igual que él. Un arma de doble filo, puesto que sirve a sus padres como recordatorio de su ausencia, manteniendo la herida abierta durante años. Sin poder adaptarse a la sociedad en un pueblo muy creyente, con un carácter autodestructivo, la única salida que encuentra son sus audífonos, su guitarra y sus vinilos.

Parada delante de la tumba de Baldur, hace sonar su guitarra y sus composiciones. Refugiada en sus riffs que atormentan a sus padres aún en duelo, la realidad pende de un hilo para Hera, el metal. Para sus padres, la salvación de su hija depende de la fe. Y cuando el cura local se presenta ante Hera, descubre en el un aliado, de oficio cristiano, con el Eddie de Killers tatuado en el brazo.

Malmhaus
La religión, el elemento de rechazo ante lo diferente

La relación de Hera con la fe es escueta. Para ella, Dios y Jesús están en deuda por el fallecimiento de su hermano. Para los creyentes, ella es un bicho raro, extremo, desolado, la única no creyente, la única metalera del pueblo.

Temporalmente, la película se sitúa en los 90s, lo cual se deja ver en la escena en la que Hera ve un informe sobre la quema de iglesias relacionadas al movimiento del Black Metal Noruego. Tal es el resentimiento de la protagonista con la religión, que toma la decisión de extremar su aspecto tras la noticia portando el característico maquillaje blanco y negro de la escena black. Sin embargo, el único personaje que busca una aproximación con su ser, es el cura del pueblo. Un creyente que busca hacer el bien y que sin embargo, acepta al Metal como gusto propio. Fanático de Judas Priest y Celtic Frost entre otros, su presencia marca un antes y un después en Hera. Motivada por él en un principio, logra componer un demo con su música gracias al empuje del cura.

El bienestar dura poco, ya que un malentendido y una mezcla de emociones la llevan a volver a defraudarse por la religión, lo cual desemboca en una cruz ardiente, marcando un punto de inflexión en el crecimiento del personaje.

La redención, de la mano del Metal

Hacia el final de la película, vemos a Hera incluirse en la sociedad, dejando su lado renegado y metalero, como si fuese una cuestión de rehabilitación. Llevando una vida que parece más bien un placebo, esto se detiene con la llegada de tres noruegos que oyeron su demo y decidieron publicarla en su discográfica. Los tres metaleros, de pelos largos, vestidos de cuero y metal, se muestran humanos y comprensivos: comparten el té y la cena con la familia de Hera, quienes logran también su propia catársis y superación del duelo. La llegada de estos tres personajes es el puente perfecto para demostrar que Hera no está alejada del común de la gente: siente, ríe y vive como cualquier otro. Formando con ellos su banda, se presenta ante la comunidad tocando dos temas de su propia autoría, encontrando un equilibrio entre el sonido puro y extremo y la melodía que amena la música hacia sus oyentes, todos creyentes en la fe.

Metalhead, una película totalmente humana

Si buscás una película que contenga escenas y escenas de pogos y recitales, déjame decirte: esta no es para vos. Malmhaus (conocida como Metalhead a nivel global) es un drama con un ritmo narrativo lento pero llevadero, que explora las emociones de una metalera que solo busca sobrevivir en una sociedad que no la acepta, de la mano del Heavy Metal. Visualmente muy simbólica, emocionalmente muy expresiva. Quizás muchos se sientan identificados con este contenido, con lo que Bragarson narra, con refugiarse en la música para escapar de la no-aceptación y el dolor personal.

Ficha Técnica:

Título original: Málmhaus (Metalhead)
Año: 2013
Duración: 97 min.
País: Islandia
Dirección y Guión: Ragnar Bragason

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Facundo Rodriguez

Fotógrafo. Ex estudiante de cine y FX. Fan de la ciencia ficción y la literatura fantástica. Cada tanto escribo sobre lo que me gusta. No importa la rama del Metal, siempre que haya Metal sonando.

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