Sepultura y el fin de una era

El pasado domingo 21 de marzo nos visitó una de las bandas más importantes de Latinoamérica. Formada en los tardíos 80, fue determinante en la escena del Groove Metal, y además, el ejemplo de que en Sudamérica hay calibre musical de nivel internacional. Si bien la nostalgia no dominó ni marcó la fecha, esto fue porque el fervor y la brutalidad que descargó la agrupación sobre el Teatro Flores fueron los verdaderos protagonistas. Hoy, desde Vientos de Poder, te contamos como se vivió una de las fechas del año, y uno de los hitos que van a marcar la historia del Metal: la despedida de Sepultura.

Ser o no ser

Para muchos, Sepultura dejó de existir cuando Max e Igor Cavalera dejaron de tener presencia en la banda. Esto fue por el 2006, cuando Igor se despidió del grupo 10 años después que su hermano, para fundar junto a el Cavalera Conspiracy. Si bien su material más icónico fue producido durante la época en la que estos formaron parte de la banda, la banda pasó por un proceso de transformación y adaptación, y se mantuvieron en la cresta del género que al día de hoy, aún son dominantes.

Lo que les puedo anticipar sobre el concierto, son mis conclusiones. Entiendo la discordia que esta formación puede generar en los fanáticos más antiguos de la banda. Solo Paulo quedó en pie. Andreas Kisser está casi desde los inicios y tuvo controversiales actitudes hacia los Cavalera. Derrick Green es un tormentoso vocalista, estridente y con el poder de hacer temblar cualquier recinto que se le ponga delante. Y su nuevo baterista, recientemente incorporado, Greyson Nekrutman, quien porta el título de ser el más joven de la banda, es un profesional bestial.

Sin Cavalera hay Sepultura, al menos por el tiempo que nos queda en esta gira. Solo el destino dirá si es o no verdaderamente una despedida, un cambio de imagen, una lavada de cara. Solo ellos saben la absoluta verdad. Ser o no ser, no es cuestión nuestra para decidir. Puedo decirles que, después del show que presencié, todas mis dudas quedaron más que claras. Y que conforme estoy con haber vivido esta etapa de la banda.

Reinará la Tempestad: la predicción del fin de los tiempos

21 de abril de 2024. Esa fue la fecha pautada para la visita de la banda a territorio albiceleste. Y no solo venían ellos. Estaban acompañados por Death Angel, ni más ni menos, unos íconos del Thrash Metal. Y los locales Reinará la Tempestad. Una fecha inolvidable.

Llego al Teatro Flores temprano. Ni siquiera abrieron puertas, que ya hay más de una cuadra de gente. Que locura. El ingreso es rápido, sin vueltas. Y está llenándose rápido. Más de lo que esperaba. Por supuesto, Reinará la Tempestad liderada por Hugo Benitez, junto a Eddie Walker, Oscar Castro, Jorge Moreno y Gabriel Ganzo atraen muchísima gente. Es una formación histórica. «El viejo Horcas» arrancó a las 19 horas, puntual, con Maximiliano Escobar, de la banda nacional Malicia, en lugar de Castro, quien no estuvo presente por problemas de salud. «Cosas Enfermas», «Violados y Devorados» y «La Fuerza del Mal» dieron arranque.

Reinará La Tempestad

Tras «Ardiendo en Llamas», Benitez le dedicó a nuestro Jefe de Estado y sus secuaces «Azotes del Mundo». Para el cierre, «Muerto en la Calle», la icónica y legendaria «Solución Suicida» y «Devastación». Increíble lo que suena Reinará la Tempestad y la poderosa vigencia que tienen. Es un honor poder presenciar tanta historia arriba del escenario.

El Angel de la Muerte descendió sobre el Teatro Flores

Para las 20 horas, el Teatro Flores explotaba. Nadie quería perderse a la primer banda principal de la noche, Death Angel. De California para Buenos Aires, pusieron en regla a la gente durante la noche: metal, pogo, cerveza y destrucción. Si bien su último material es del 2019, se sintió fresco. Esto quizás se debió a que, para su última visita, recién habían sacado «Relentless Retribution». Tuvimos 3 discos completos como material nuevo para escuchar. «Lord of Hate», «Voracious Souls» y «Seemingly Endless Time» sentaron las bases de lo que iba a ser una hora a puro Thrash Metal, circle pit y descontrol. Sin perder una gota de tiempo, riffearon y acompañaron de dignos headbangs entre cuernos y puños al aire, sin dejar de arengar al público, que respondió en todo momento, de la forma que la banda esperaba. El cierre se dio con «Thrown to the Wolves».

Death Angel

Llegaba la recta final. Llevábamos siete años sin ver a Sepultura, y en su último anuncio nos chocamos con que era la gira despedida. Un último adiós con los fanáticos de la banda. Nadie quería perdérselo. Tuvieron que habilitar el balcón, porque no había más lugar en la planta baja. Miraras a donde miraras, encontrabas una remera metalera y quien la portara estaba dispuesto a morir en aquel pogo brutal y bestial.

Un reencuentro y un adiós

Los preparativos fueron a telón abierto. Los primeros ajustes de viola nos advirtieron que el sonido iba a hacer temblar el Teatro. Sonaba fuertísimo. Pegaron las listas, sacaron los tambores que usarían para la última parte del show, largaron humo para ambientar. Apagaron las luces y los primeros sonidos introductorios se vieron ahogados por la muchedumbre, completamente desaforada. Siete años de espera. Salen al escenario Andreas y Paulo, seguidos de Greyson y por último, Derrick. Arrancaron con todo. «Refuse/Resist» y «Territory».

Siguió «Kairos» y sin pausas «Dusted» y «Attitude». El pogo se desenfrenaba en cada tema, y desde el punto más alto del Teatro los headbangs eran notorios. La pared que lograron Paulo Jr. y Greyson Nekrutman era impenetrable. Punto aparte para el baterista: un animal absoluto. Siento vergüenza de no haber visto ni saber de tal talentoso músico con anterioridad. Se cargó a la espalda la mochila de Eloy a la perfección y estuvo a la altura de heredar la batería que sería recordada por la historia del Metal. Andreas Kisser sólido en el escenario, con una gran perfomance y una precisión espectacular. Y qué decir de Derrick Green. Será controversial para muchos, pero dos o tres gritos y te tira un edificio entero abajo.

La lista continuó repasando toda la discografía de la banda, desde sus inicios thrasheros hasta su etapa más experimental y lo más definido como Groove. Un momento increíble se dió cuando iniciaron «Kaiowas» y los cinco tambores de percusión se subieron al escenario. Ellos son 4, y Greyson tiene los suyos. Habían dos tambores de más. Sin previo aviso, los Death Angel se únen a los Sepultura en una batucada única.

Celebrando la vida a través de la muerte

Había pasado casi una hora desde el arranque de la máquina de Groove Metal. Cada tema que pasaba hacía que la jornada se pusiera más pesada. Cuando los tambores se bajan Derrick anuncia un tema de «Chaos A.D.». Entre gritos y respuestas en forma de coros por parte del público, el frontman profirió con su característica voz un «Biotech…! Biotech…! Biotech is Godzilla!» que nos estremeció a todos. Siguieron «Agony of Defeat», «Troops of Doom», «Inner Self» y «Arise». En los últimos dos, el desenfreno era tal, que los pasamanos del balcón del Teatro retumbaban por la gente que los azotaba descontroladamente.

Hubo una pausa donde la banda tomó aire, para volver y hacer sonar «Ratahamahatta» y «Roots Bloody Roots» para dar cierre al concierto. Sepultura acababa de despedirse por última vez en su historia del mejor público del mundo, con un show de una hora y media. Y que pedazo de show, a la altura como pocos.

Con respecto a la organización, Icarus Music hizo todo bien. Puntualidad, cordialidad del staff, incluso la gente de seguridad, que en el Teatro Flores siempre nos dejan trabajar con soltura. Las luces fueron excelentes, el sonido estuvo a la altura de lo que fue la fecha. Pocas veces el Teatro suena así. Desde Vientos de Poder agradecemos a Marcela Scorca por el trato hacia nosotros y por la oportunidad de atestiguar una parte icónica de la historia del Metal.

Crónica y Fotografía: Facundo Rodriguez

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Facundo Rodriguez

Fotógrafo. Ex estudiante de cine y FX. Fan de la ciencia ficción y la literatura fantástica. Cada tanto escribo sobre lo que me gusta. No importa la rama del Metal, siempre que haya Metal sonando.

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